En el
portal LA POLITICA ON LINE leemos que la guerra de Cristina Kirchner con Horacio
Verbitsky no termina.
Debido a los veleidosos cambios de humor de la presidente, quien ayer era un cercano
colaborador, hoy es un enemigo.
Ahora
le tocó el turno a Horacio Verbisty (a) El perro, integrante de varias asociaciones
armadas de los años setenta entre ellas Montoneros.
Es difícil
decir cuál ha sido el punto de quiebre de esta fructífera amistad. Quizá la Guerra Santa de Verbitsky contra la Iglesia Católica ha convertido al ministro en las sombras en
molesto y, por lo tanto, disponible; ahora que Kirchner quiere acercarse
al Papa. Tal vez la incapacidad de Kirchner para librar la batalla de la
tolerancia puso al perro faldero del otro lado de la barricada. Verbisty se negó
a suavizar el tono en lo que cree su verdadero propósito sobre la tierra:
denunciar los delitos de la Iglesia, los ciertos y los imaginarios.
Como
sea, la verdad es que Verbistky resulta inconveniente para los rumbos que ha
tomado la Casa Rosada y en virtud de que se niega a cambiar, ha salido eyectado
de las cercanías del Poder y con él, sus protegidos. Dos de ellos, funcionarios
del Ministerio de Defensa, fueron removidos en los últimos días luego de que
la Ministro Garré consiguio finalmente la autorización para renunciar.
También
dice el La Política On Line que durante la jura y toma de posesión del cargo
del nuevo ministro de defensa, Agustín Rossi, los dos funcionarios que iban a
ser eyectados, notaron que algo no andaba bien: “nadie los saludaba”.
Apenas
un detalle en la vorágine de la vida política argentina pero indicativo de las
formas y modos del gobierno kirchnerista.
Cuando
una animal se encuentra enfermo y próximo a morir el resto de la fauna,
incluyendo sus parientes más próximos, se aleja. En la sabiduría de la
naturaleza los sanos no se mezclan con los enfermos.
Ni
siquiera el saludo se merecen los apestados del gobierno, que han contraído la
seria enfermedad del disfavor presidencial. Apestados que, pocos días antes,
fueron amigos o conocidos.
Esta
anécdota del saludo no es nueva. Son muchos los ex-funcionarios que relatan con
amargura que sus antiguos camaradas, colegas, amigos no los saludan cuando caen
en desgracia con la presidente y su modelo.
Nuestros
héroes de mayo combatieron, sangraron, pusieron su vida en riesgo para que las
siguientes generaciones fueran libres o, al menos, para que la idoneidad fuera
la base del ingreso al cargo público y no los caprichos reales ni las intrigas
palaciegas.
Mucho
ha destruido este gobierno entre lo que se encuentra la dignidad de los que
aspiran a ocupar un lugar a los pies del poder.
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