Hola a todos, les pido que si pueden hagan circular este mail entre los que consideren lo van a entender, gracias, Sylvia
Son las cinco y media de la mañana y se acaban de llevar a Jimmy en un celular del Servicio Penitenciario, rumbo a este absurdo juicio que se lleva a cabo. Lo bajaran a las 8 y media en La Plata, esposado, igual que a los otros tantos que estan siendo juzgados, algunos en sillas de ruedas, otros con mochilas para respirar, la mayoría ya mayores que a veces ni entienden lo que está sucediendo.
Es muy duro todo esto. Es duro sobre todo para él aunque no quiera demostrarlo y trate de que todos los que estamos a su alrededor y lo queremos no suframos más de lo necesario. Sé que la vida involucra sufrimiento y dolor, pero es muy duro ver a una persona que dió su vida entera, profesional y civilmente, para el bien del país y de todos sus habitantes, ser tratado como un criminal cualquiera, enjuiciado y por adelantado considerado como culpable por el solo hecho de haber sido ministro. No hay ningún otro cargo contra él, sino la acusación de haber sido parte de un complot cívico militar para diezmar a la población civil.
Pero aumenta este dolor, para mí y creo también para él, el sentir la indiferencia de un país que mira para otro lado, más pendiente de su bolsillo y su bienestar económico, que de las injusticias que se cometen día a día., en muchos órdenes. Y más todavía que muchas personas a nuestro alrededor estén en las mismas. Hace tres años largos que rezo y confío en que la Justicia Divina va a actuar, pero necesito descargar la impotencia que a veces me invade y también la rabia ante el egoísmo y la falta de solidaridad. Hay muchas personas màs que buenas que han estado y siguen estando junto a nosotros día tras día, hora tras hora, acompañando, rezando y confortando, mil gracias a ellos. Pero algo más hay que hacer para ayudar a que las cosas cambien. Pido a todos que desde el lugar que cada uno ocupa, haga algo. No sé qué pueda hacer cada uno, pero pido por favor que hagan algo. Más allá de nosotros, el país entero se los va a agradecer. SYLVIA.
lunes, septiembre 19, 2011
martes, septiembre 13, 2011
LADRI DI BICICLETTE
"Creí que el avión se alquilaba, yo no tengo ni bicicleta”.
Hebe de Bonafini.
Por Andrea Palomas-Alarcón.
Irrumpió como adalid del amor y del coraje. Qué puede haber más incontestable que el amor dolorido de una madre? Doblemente amor y dolor, el amor por dos hijos “desaparecidos”.
Hebe era un ama de casa o, al menos, lo fue ante la opinión pública. Una señora de su casa con apenas cursada la escuela primaria; con un pañuelo a la cabeza como las señoras de antes, que no salían a la calle sin cubrirse. Las pudientes, lo hacían tocadas con sombrero mientras que las pobres, con un humilde pañuelo atado a la barbilla. Hasta pasados los años treinta (cuarenta en las provincias argentinas) salir a la calle “en cabeza” era poco menos que salir desnuda. Un escándalo.
Algunos creen ver en esa costumbre, el símbolo de las “Madres de Plaza de Mayo”. Símbolo de señoras de “su casa”, clase trabajadora, proletarias reclamando por la prole.
Hay otra explicación para el pañuelo. Un significado menos sociológico (o publicitario); más poético y arcano si se quiere.En la antigua Grecia, el laberinto de dioses y diosas personificaba todos los aspectos de la vida humana. Deméter, del griego antiguo Δημήτηρ o Δημητρα, ‘diosa madre’, era la diosa griega de la maternidad y las cosechas. Su equivalente romana se llamaba Ceres.
Deméter es descripta en la Ilíada como "la rubia Deméter" (Canto V: 500) una mujer hermosa rodeada de frutos, grano y herramientas para labrar la tierra como las que lucen en la insignia comunista. Responsable de la fecundidad de la tierra y de las mujeres. Los ritos de las cosechas exitosas y los partos a término eran su credo. Los misterios Eleusinos.
Con Zeus, rey del Olimpo, tuvo una hija llamada Perséfone.
Deméter, madre celosa, negaba la mano de Perséfone a los dioses que intentaban cortejarla.
Estando la inocente Perséfone recogiendo flores, Hades, dios del inframundo (averno) la raptó para hacerla su esposa. Hades, representado por la mitología griega como el rey de los espacios inferiores, donde vagan los muertos insepultos y las almas con remordimientos es representado, también, como un carcelero.
Pero los planes de Hades se frustraron por la perseverancia de la madre de su esposa que nunca dejó de reclamar el regreso con vida de la joven.
La rubia Deméter cubrió sus cabellos con un manto y tomó la forma de una anciana llamada Doso. Doso recorrió el mundo en busca de su hija y maldijo la tierra y a los hombres prohibiendo que creciera cualquier clase de vida hasta que la devolvieran. La tierra yerma se paralizó mientras la deprimida Deméter la recorría. Otros la describen caminando en círculos alrededor de las puertas del averno, con la cabeza y el rostro cubiertos por el manto de las viudas mediterráneas.
¿Es coincidencia que las “Madres de Plaza de Mayo” adoptaran los símbolos de Deméter?
La CONADEP y “Abbadón, el exterminador”.
Acaecida la democracia (1983), el presidente Alfonsín ordenó una investigación sobre la guerra sucia.
Encargó su seguimiento a una comisión de “notables”. Conocida como la CONADEP su presidente fue Ernesto Sábato. El informe que produjo la CONADEP fue cuestionado por ambas partes del conflicto, tanto izquierda como derecha; civiles como militares. No faltó quien denunciara el ofrecimiento de dinero por su declaración.
Algunos tramos del libro “Nunca Más”, también conocido como Informe de la CONADEP, se asemejan llamativamente a la novela de Ernesto Sábato: “Abbadón, el exterminador”. Se podría decir que el autor se inspiró en el Informe para escribir su novela si no fuera porque “Abbadon, el exterminador” vio la luz en 1974. ¿La realidad copiando la ficción?
Cuál ha sido la verdadera participación de Sábato en la creación de las “Madres de Plaza de Mayo” es algo que, tal vez, nunca podamos desentrañar completamente. ¿Fue el inspirador de la figura demetria? ¿Fue el promotor de la teoría del “holocausto” argentino?
La fijación de Sábato por las madres, lo femenino, la tierra, se puede advertir en toda su obra. Uno de los pasajes más recordados de “Sobre héroes y tumbas” se refiere al primer encuentro de Martín y Alejandra, custodiados por los ojos de la estatua de la diosa Ceres, erigida en Parque Lezama.
Sábato no descansó hasta conseguir que el gobierno de la Ciudad de Buenos Aires le cediera a perpetuidad esa estatua para adornar el jardín de su casa en Santos Lugares, lo que provocó no pocas quejas de vecinos y pedidos de informes de Concejales porteños.
La estatua nunca volvió a Parque Lezama.
El alcance de la influencia de Sábato en los primeros tiempos de las “Madres” nunca lo conoceremos del todo pero eso ya no importa. Sábato fue expulsado del Olimpo de los Derechos Humanos; borrado ideológicamente por Hebe de Bonafini que censuró el prólogo de su Informe.
La “doctrina Bonafini” por así decirlo prevaleció haciendo rodar toda clase de cabezas. Desde Sábato a Ruiz Guiñazú. Desde Strassera hasta Alfonsín. Todos enemigos. Todos borrados de la lucha vindicativa por Hebe de Bonafini. Paradigma de intransigencia. No hay gratitud para Sábato. No existe lealtad entre lobos.
El reclamo inicial de verdad y justicia se convirtió en una cacería de brujas comandada por una extremista. Una mesiánica que no trepidaba en zanjar a los puños cualquier diferencia dogmática ya fuera su interlocutor un presidente, un ministro o un juez. Cualquier cuestionamiento a los métodos de Hebe se clausuraba con una palabrota o dos.
LADRONES DE BICICLETAS.
Asistimos al derrumbe de la imagen pública de Bonafini. La luchadora ciega, fanática, intolerante, no era más que una ladrona de bicicletas. Su mesianismo fue un disfraz hipócrita aplicado a proteger buenos negocios.
“No tengo ni una bicicleta” justifica. Sugiere un pretexto.
La “causa”.
El psicópata seduce porque se convence primero a sí mismo de que le asiste la razón.
Hebe y su hijo adoptivo son dos de una misma laya. Dos sociópatas violentos, capaces de convencer que el delito esconde fines honorables. La furiosa soberbia los ha elevado a alturas dementes de las que no se vuelve sin un golpe; tal vez fatal.
Schoklender denuncia; cruza bordes temerarios. Sabe que si va preso probablemente no salga con vida, esta vez, de prisión. Guarda secretos molestos, definitivos sobre la que fuera su madre y suegra hasta hace poco tiempo. No olvidemos que Schoklender fue parte de la familia de Bonafini y es padre de su nieto.
¿Qué es lo que reserva Schoklender para negociar? Si hubiera dicho todo lo que sabe ya estaría preso. Schoklender es inteligente y guarda lo mejor (o peor según se mire) para evitar la prisión. ¿Qué es lo que sabe Schoklender que lo mantiene en libertad después de haber dicho lo que dijo de Bonafini y del gobierno kirchnerista? ¿La ubicación exacta de los hijos de Bonafini en Paris? ¿Las pruebas de que siguen con vida?
NO VOY EN BICICLETA, VOY EN AVION.
La película de Vittorio de Sica, Ladri de biciclette, muestra el debate interno de un hombre que desea trabajar y es orillado al delito para sobrevivir. Qué lejos han quedado esos debates morales de posguerra cuando lo que está en juego es el latrocinio a escalas delirantes. ¿Hay debate moral cuando la rapacería incluye un yate o un avión? Cuando se habla de millones en una cuenta en Canarias, ¿se puede disfrazar tamaña impudicia con los ropajes de la “causa”?
Los argentinos de bien, nadando en el pantano en que han convertido nuestra Patria, debemos practicar diariamente el heroísmo soportando compartir el país con los que se pasean desafiantes en aviones y yates, mal habidos.
Encajados en el barro giran en falso justificaciones. La financiación de la política. Una bicicleta financiera que no llega ni llegará nunca a ningún lado.
sábado, septiembre 03, 2011
Inventos kirchneristas
EL PERIODISMO MILITANTE
Una de las confusiones miles que acarrea el kirchnerismo, y no sólo por su malicia ingénita sino por su indómita burrez, es creer que solito él y sus “intelectuales” han descubierto el Mediterráneo y la pólvora.
Así fue que un día —después de ser beneficiarios, socios y parte activísima del mismo— descubrieron la malhadada existencia de un monopolio periodístico. Cierta especie de gran conspiración multimediática dedicada a informar a piacere, a hacer lobby político en las mayores escalas posibles, y a rascarse según el grano que interesadamente le picara en cada voltereta de nuestro zigzagueante devenir.
Es una vaina que no nos corre, queremos que conste. Y es un “hallazgo” que hace largas décadas fue hallado, toda vez que el Nacionalismo nace a la acción pública denunciando en soledad el complot de los mass-media contra la verdad. La historia nacionalista es asimismo la de sus innúmeras protestas —en carácter de víctima— frente al mito grotesco de la libertad de expresión, cómodamente asociada a la libertad de lucro.
¿Qué asombrosa novedad es ésta de detectar una prensa canalla, unos plumíferos ubicuos, unos pendolistas fenicios, unos escribas harapientos de ciencia y de coraje, unos cronistas incoherentes y mendaces o una partidocracia llena de dobleces? Barata osadía la de cazar jabalíes vivisecados. Notable acuidad la de advertir oportunistas en el mercado de los tránsfugas, siendo uno de los dueños y accionistas del mismo.
Cuando por razones económicas antes que ideológicas, la entente monopólica se quebró, el kirchnerismo fabricó su propio acaparamiento multimediático, de la misma naturaleza del que decía horrorizarse, y en substancia, de la misma ideología. Sí; de la misma ideología revolucionaria, naturalista, laicista e inmanentista y, sobre todo, crematística. La pelea que fingen disputar es una reyerta entre modernos; una carrera de roedores, para ver quien usufructúa más los compartimentos del albañal. La diferencia entre “Clarín” y “Página 12”, por poner algún ejemplo, es la misma que hay entre la maja vestida y la desnuda. Una conserva un poquitín de pudicia. La otra es promiscua. Pero ambas son una sola persona que posan para el mismo pintor, adornan el mismo museo y, llegado el caso, se vendieron juntas al mismo merchandising.
No es necesario repasar a Dostoievsky para saber que los engendradores de los socialistas son los liberales, y que entre demonios no hay grandes cornadas, aunque suelen darse con las astas para llegar primero a la misma presa.
Por eso es escandalosamente cínica la queja kirchnerista contra los monopolios periodísticos y financieros: no otra cosa son ellos. Y es escandalosamente cínica la queja liberal sobre la presunta ausencia de la libertad de expresión; porque ella abunda, contamina y atosiga, conforme se lo enseñaron e impusieron los diablos mayores a sus propios acólitos, así fueran un poco insolentones. Las “corporaciones” de las que se lamentan los Kirchner, ellos mismos las fabrican y conforman, indecentemente. Las libertades cercenadas de las que se quejan sus opositores, no son los frutos de la Verdad, conforme al Evangelio, que esos sí están arrancados. Son los beneficios para seguir negociando con hartura.
El segundo “descubrimiento” kirchnerista es el del periodismo militante. El cual, al parecer, debe preferirse incondicionalmente frente al que practica el resto del género humano. Preferirse, autopremiarse y ponderarse sin par.
Tampoco esta vaina servirá para amedrentarnos. Nacionalismo y periodismo militante son sinónimos, y quien quiera hallar testimonios de nuestro repudio a los grandes medios —posen de neutros sin serlo, o de voceros explícitos de cualquier facción— los hallará con generosa abundancia.
Nunca preferimos ni ponderamos la pseudoequidad, y nunca la hallamos ni la pedimos tampoco en la vereda de enfrente. Porque no ha habido ni hay peor ecuanimidad que la de los profesionales de la asepsia, así como no hay mejores elogios y alicientes que los repudios de los enemigos. Hace poco, por caso, en el nº 674 del 2 de junio, la revista oficialista “Veintitrés” (¡cómo les gustan los número$$ a los kirchneristas!), recordaba una tapa de “Cabildo” del año 1983, llamándonos “la derecha retrógrada y ultramontana”. Qué alivio. Creíamos que nos tenían olvidados.
Pero aquí también, como en el caso anterior, el cinismo campea chuecamente y la hipocresía lo domina todo. Porque la declamada militancia kirchnerista no es tal, ni remotísimamente hablando. Es oficialismo rentado, ventajoso, comodón y muelle. Es política de Estado, con dispensiosos subsidios, anchos sueldos y agentes de seguridad para velar por sus regadas asentaderas. Falsos militantes sin riesgos ni hazañas, y a faltriqueras llenas, estos periodistas e intelectuales “K”, son la contracara de lo que alguna vez se pudo reconocer con respeto, de un lado y del otro, como compromiso político épicamente asumido. Burgueses repletos e ignorantes: no pasan de allí.
Sépase algo; o recuérdelo el bien intencionado. En octubre de 1986, “Cabildo” sacó su Cuaderno nº 2, titulado “Mil días de periodismo subversivo”. Era el mismo un minucioso trabajo de investigación de las redes periodísticas, liberales y marxistas, al servicio del caos. Un elaborado informe archivístico desenmascarando militantemente la acción monopólica y corporativa del periodismo de los ruines. En la misma línea del sinfín de fortísimas denuncias publicadas durante los años setenta contra los negociados de Graiver, Martínez de Hoz y sus múltiples socios políticos.
Y bien, adivine el lector de qué medios procedían, o en qué medios —además de los propios que fabricaban al rolete— trabajaban esos periodistas explícitamente enrolados en las mismísimas lineas ideológicas que hoy defienden “los Kirchner”. Pues exactamente en los medios a los que ahora apuntan su índice para sindicarlos como cómplices del Proceso. Adivine qué antecedentes laborales y profesionales exhibían los directivos, colaboradores, columnistas, corresponsales y personal técnico y administrativo de este protokirchnerismo multimediático. Pues todos ellos habían estado o estaban ligados a idénticos aparatos empresariales e ideológicos a los que al presente sindican de cómplices del “genocidio”, de la apropiación de nietos y otros cargos similares.
Adivine el lector algo más. ¿Quiénes fueron los que nos cubrieron de querellas, acciones legales, agravios, persecuciones, amenazas y dicterios por el pecado de leso periodismo militante al servicio de la Nación? Sí, claro; los que hoy se llenan la boca blasonando de la militancia periodística como la única alternativa válida para tomar una pluma. Si hubiera espacio aquí, la larguísima reproducción de la nómina haría caer de bruces a unos cuantos. Coinciden los nombres, los tópicos, los embustes, los fraudes, las caras, las estafas y las maniobras ignominiosas.
Hay un tercer “descubrimiento” oficialista, pero quedará su consideración para otra vuelta. Y es aquel según el cual, Michel Foucault o Jacques Derrida fueron dos kirchneristas; del conurbano el uno, santacruceño el otro, que le entregaron al gobierno una especie de saber iniciático para el perfecto dominio del análisis del discurso. Algo así como Milanesas y Constructivismo para todos. De resultas, seis, siete u ocho patanes puestos a desnudar las incongruencias e imbecilidades de la clase política nativa; esto es, de la mierda, sicut dixit el stil nuovo del cabezón Duhalde, son autoconsiderados como próceres de la semiótica o genios temibles, sólo doblegados por Ercilia Sabajanes o Beatriz Sarlo, cuña de su mismo palo, palo del mismo gallinero y gallina de la misma pipirijaina.
Es que en el lodazal kirchnerista, si se nos perdona el porteñismo, sucede lo que vaticinaba el maestro Celedonio Flores: “cualquier cacatúa sueña con la pinta de Carlos Gardel”.
Antonio Caponnetto
Revista Cabildo.
EL PERIODISMO MILITANTE
Una de las confusiones miles que acarrea el kirchnerismo, y no sólo por su malicia ingénita sino por su indómita burrez, es creer que solito él y sus “intelectuales” han descubierto el Mediterráneo y la pólvora.
Así fue que un día —después de ser beneficiarios, socios y parte activísima del mismo— descubrieron la malhadada existencia de un monopolio periodístico. Cierta especie de gran conspiración multimediática dedicada a informar a piacere, a hacer lobby político en las mayores escalas posibles, y a rascarse según el grano que interesadamente le picara en cada voltereta de nuestro zigzagueante devenir.
Es una vaina que no nos corre, queremos que conste. Y es un “hallazgo” que hace largas décadas fue hallado, toda vez que el Nacionalismo nace a la acción pública denunciando en soledad el complot de los mass-media contra la verdad. La historia nacionalista es asimismo la de sus innúmeras protestas —en carácter de víctima— frente al mito grotesco de la libertad de expresión, cómodamente asociada a la libertad de lucro.
¿Qué asombrosa novedad es ésta de detectar una prensa canalla, unos plumíferos ubicuos, unos pendolistas fenicios, unos escribas harapientos de ciencia y de coraje, unos cronistas incoherentes y mendaces o una partidocracia llena de dobleces? Barata osadía la de cazar jabalíes vivisecados. Notable acuidad la de advertir oportunistas en el mercado de los tránsfugas, siendo uno de los dueños y accionistas del mismo.
Cuando por razones económicas antes que ideológicas, la entente monopólica se quebró, el kirchnerismo fabricó su propio acaparamiento multimediático, de la misma naturaleza del que decía horrorizarse, y en substancia, de la misma ideología. Sí; de la misma ideología revolucionaria, naturalista, laicista e inmanentista y, sobre todo, crematística. La pelea que fingen disputar es una reyerta entre modernos; una carrera de roedores, para ver quien usufructúa más los compartimentos del albañal. La diferencia entre “Clarín” y “Página 12”, por poner algún ejemplo, es la misma que hay entre la maja vestida y la desnuda. Una conserva un poquitín de pudicia. La otra es promiscua. Pero ambas son una sola persona que posan para el mismo pintor, adornan el mismo museo y, llegado el caso, se vendieron juntas al mismo merchandising.
No es necesario repasar a Dostoievsky para saber que los engendradores de los socialistas son los liberales, y que entre demonios no hay grandes cornadas, aunque suelen darse con las astas para llegar primero a la misma presa.
Por eso es escandalosamente cínica la queja kirchnerista contra los monopolios periodísticos y financieros: no otra cosa son ellos. Y es escandalosamente cínica la queja liberal sobre la presunta ausencia de la libertad de expresión; porque ella abunda, contamina y atosiga, conforme se lo enseñaron e impusieron los diablos mayores a sus propios acólitos, así fueran un poco insolentones. Las “corporaciones” de las que se lamentan los Kirchner, ellos mismos las fabrican y conforman, indecentemente. Las libertades cercenadas de las que se quejan sus opositores, no son los frutos de la Verdad, conforme al Evangelio, que esos sí están arrancados. Son los beneficios para seguir negociando con hartura.
El segundo “descubrimiento” kirchnerista es el del periodismo militante. El cual, al parecer, debe preferirse incondicionalmente frente al que practica el resto del género humano. Preferirse, autopremiarse y ponderarse sin par.
Tampoco esta vaina servirá para amedrentarnos. Nacionalismo y periodismo militante son sinónimos, y quien quiera hallar testimonios de nuestro repudio a los grandes medios —posen de neutros sin serlo, o de voceros explícitos de cualquier facción— los hallará con generosa abundancia.
Nunca preferimos ni ponderamos la pseudoequidad, y nunca la hallamos ni la pedimos tampoco en la vereda de enfrente. Porque no ha habido ni hay peor ecuanimidad que la de los profesionales de la asepsia, así como no hay mejores elogios y alicientes que los repudios de los enemigos. Hace poco, por caso, en el nº 674 del 2 de junio, la revista oficialista “Veintitrés” (¡cómo les gustan los número$$ a los kirchneristas!), recordaba una tapa de “Cabildo” del año 1983, llamándonos “la derecha retrógrada y ultramontana”. Qué alivio. Creíamos que nos tenían olvidados.
Pero aquí también, como en el caso anterior, el cinismo campea chuecamente y la hipocresía lo domina todo. Porque la declamada militancia kirchnerista no es tal, ni remotísimamente hablando. Es oficialismo rentado, ventajoso, comodón y muelle. Es política de Estado, con dispensiosos subsidios, anchos sueldos y agentes de seguridad para velar por sus regadas asentaderas. Falsos militantes sin riesgos ni hazañas, y a faltriqueras llenas, estos periodistas e intelectuales “K”, son la contracara de lo que alguna vez se pudo reconocer con respeto, de un lado y del otro, como compromiso político épicamente asumido. Burgueses repletos e ignorantes: no pasan de allí.
Sépase algo; o recuérdelo el bien intencionado. En octubre de 1986, “Cabildo” sacó su Cuaderno nº 2, titulado “Mil días de periodismo subversivo”. Era el mismo un minucioso trabajo de investigación de las redes periodísticas, liberales y marxistas, al servicio del caos. Un elaborado informe archivístico desenmascarando militantemente la acción monopólica y corporativa del periodismo de los ruines. En la misma línea del sinfín de fortísimas denuncias publicadas durante los años setenta contra los negociados de Graiver, Martínez de Hoz y sus múltiples socios políticos.
Y bien, adivine el lector de qué medios procedían, o en qué medios —además de los propios que fabricaban al rolete— trabajaban esos periodistas explícitamente enrolados en las mismísimas lineas ideológicas que hoy defienden “los Kirchner”. Pues exactamente en los medios a los que ahora apuntan su índice para sindicarlos como cómplices del Proceso. Adivine qué antecedentes laborales y profesionales exhibían los directivos, colaboradores, columnistas, corresponsales y personal técnico y administrativo de este protokirchnerismo multimediático. Pues todos ellos habían estado o estaban ligados a idénticos aparatos empresariales e ideológicos a los que al presente sindican de cómplices del “genocidio”, de la apropiación de nietos y otros cargos similares.
Adivine el lector algo más. ¿Quiénes fueron los que nos cubrieron de querellas, acciones legales, agravios, persecuciones, amenazas y dicterios por el pecado de leso periodismo militante al servicio de la Nación? Sí, claro; los que hoy se llenan la boca blasonando de la militancia periodística como la única alternativa válida para tomar una pluma. Si hubiera espacio aquí, la larguísima reproducción de la nómina haría caer de bruces a unos cuantos. Coinciden los nombres, los tópicos, los embustes, los fraudes, las caras, las estafas y las maniobras ignominiosas.
Hay un tercer “descubrimiento” oficialista, pero quedará su consideración para otra vuelta. Y es aquel según el cual, Michel Foucault o Jacques Derrida fueron dos kirchneristas; del conurbano el uno, santacruceño el otro, que le entregaron al gobierno una especie de saber iniciático para el perfecto dominio del análisis del discurso. Algo así como Milanesas y Constructivismo para todos. De resultas, seis, siete u ocho patanes puestos a desnudar las incongruencias e imbecilidades de la clase política nativa; esto es, de la mierda, sicut dixit el stil nuovo del cabezón Duhalde, son autoconsiderados como próceres de la semiótica o genios temibles, sólo doblegados por Ercilia Sabajanes o Beatriz Sarlo, cuña de su mismo palo, palo del mismo gallinero y gallina de la misma pipirijaina.
Es que en el lodazal kirchnerista, si se nos perdona el porteñismo, sucede lo que vaticinaba el maestro Celedonio Flores: “cualquier cacatúa sueña con la pinta de Carlos Gardel”.
Antonio Caponnetto
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