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28/06/13 Por radio Identidad (A.M. 1300) los viernes de 19 a 20 horas.
EN ESTE PROGRAMA NUESTRO INVITADO FUE EL DR AUGUSTO PADILLA DE JUSTICIA Y CONCORDIA quien se refirio a su articulo "COMUNISMO Y KIRCHNERISMO"
domingo, junio 30, 2013
viernes, junio 28, 2013
ATAQUE AL MONUMENTO DE UN PRÓCER: ARGENTINO DEL VALLE LARRABURE.
Con la clandestinidad con la que nos tienen acostumbrados los bajos, los cobardes, los que alguna vez lastimaron su carne y su persona, fue atacado nuevamente el monumento en homenaje al Coronel Argentino del Valle Larrabure.
En un procedimiento que parece ser reciente puesto que todavía podemos encontrar las piedras que produjeron al romper la base del monumento, se ha quitado una de las placas que homenajeaba el valor inquebrantable de un hombre de honor.
Asi estaba el monumento antes de ser atacado.
No nos dejemos engañar, no fue simple vandalismo; como puede verse en el fondo de la imagen, en la zona hay otros monumentos que no fueron tocados.
La saña con la que atacaron el monumento sólo es comparable con la que emplearon con el Coronel (PM) Larrabure, durante sus 372 días de cautiverio.
Dignamente resistió la tortura, el hambre, el encierro en un pozo minúsculo, sin aire, sin posibilidad de extender totalmente su cuerpo. Sólo lo sacaban de allí para picanearlo y golpearlo.
Nunca cedió a la tortura. Los terroristas querían obligarlo a armar explosivos para ellos y que les enseñara a armarlos.
Al no poder doblegarlo lo asesinaron cobardemente. El crimen de un hombre indefenso, atado, sin fuerzas por la desnutrición es el mérito que pueden exhibir sus captores.
Los "jóvenes idealistas" que hoy desfilan por los juzgados donde se ventilan parodias de juicios a militares, no pueden ostentar el mismo mérito que Larrabure. Son, como los ha definido Carlos Manuel Acuña, doble traidores puesto que ante un infinito menor rigor en el cautiverio entregaron todo lo que pudieron, amigos, camaradas, novios, dinero de secuestros. Incluso trabajaron de buena gana para las Fuerzas Armadas y cobraron, por supuesto, salarios y ayudas económicas. Asegura Carlos Manfroni en su obra "Montoneros, soldados de Massera" que en una redada en la que cayó Juan Gasparini, antes siquiera de que fuese trasladado, llamó a los gritos al jefe del operativo para ofrecerle un millón de dólares por su libertad. Dinero manchado con sangre.
Nada de esto pasó con Larrabure, aceptó su dolor con resignación y patriotismo. En el extremo de su calvario perdonó a sus torturadores e instó a sus deudos a vivir sin odio.
Hoy, los miserables que lo martirizaron en ese pozo minúsculo tienen un monumento en el Parque de la Memoria. Una Nación infecciosa que no es la Argentina los ha premiado.
Así como los que asesinaron al Juez Quiroga fueron indemnizados por un país sucio que no es el nuestro, los soldados mercenarios que atacaron nuestra Patria tienen monumentos, reconocimiento a la tarea ruin de esclavizar hombres libres.
Cada día las dos Patrias se separan más con rumbos inciertos.
Larrabure es nuestro, reclamamos para nuestra Patria su integridad y su valor.
El monumento se volverá a levantar una y mil veces porque reposa en el corazón de todo argentino de bien.
“Mis enemigos son miedosos y pusilánimes ante iguales y superiores. Impulsivos y autoritarios, ante débiles, cautivos y desarmados. Valientes en las sombras, en la sorpresa o en el impiadoso dardo arrojado por detrás...” Coronel Larrabure
jueves, junio 27, 2013
ABUSO DE PODER.
Ahora la Corte descubre el abuso de poder.
Los Supremos descubren que este gobierno corrupto utiliza el control impositivo en forma discrecional, como policía política.
¿Dónde estaban los Supremos cuándo este gobierno corrupto perseguía opositores con la AFIP?
¿Dónde estaban los Supremos cuando este gobierno perseguía a un humilde agente de cuentas de una inmobiliaria que cometió el desacato de manifestar su opinión en los medios?
¿Donde estaban los Supremos que no salieron a proteger a los ciudadanos más vulnerables?
Ahora que el abuso de poder se dirige hacia ellos recuerdan la Ley y la Constitución ¿Ahora se quieren reunir con la AFIP? ¿Por qué no lo hicieron por los ciudadanos más vulnerables?
¿Dónde están ahora los Supremos cuando hay 1600 ancianos en cárceles federales? ¿Dónde están los Supremos cuando se saca a la calle delincuentes comunes, violentos y peligrosos, sólo por hacer lugar a más ancianos?
¿Ignoran los Supremos el enorme negocio de los juicios de "lesa humanidad"? ¿O son parte de él?
Algún día los Supremos, que no salieron por los agentes de cuentas de las inmobiliarias terminarán en el mismo lugar de los ancianos que hoy no defienden, ancianos ellos a su vez, pagando por lo que no denunciaron cuando debían haber gritado a los cuatro vientos la inviolabilidad del art. 18 de la Constitución Nacional.
Callar por otros y hablar por uno mismo, en defensa de los derechos propios cuando se tiene responsabilidad por la seguridad de los demás también es ABUSO DE PODER.
Los Supremos descubren que este gobierno corrupto utiliza el control impositivo en forma discrecional, como policía política.
¿Dónde estaban los Supremos cuándo este gobierno corrupto perseguía opositores con la AFIP?
¿Dónde estaban los Supremos cuando este gobierno perseguía a un humilde agente de cuentas de una inmobiliaria que cometió el desacato de manifestar su opinión en los medios?
¿Donde estaban los Supremos que no salieron a proteger a los ciudadanos más vulnerables?
Ahora que el abuso de poder se dirige hacia ellos recuerdan la Ley y la Constitución ¿Ahora se quieren reunir con la AFIP? ¿Por qué no lo hicieron por los ciudadanos más vulnerables?
¿Dónde están ahora los Supremos cuando hay 1600 ancianos en cárceles federales? ¿Dónde están los Supremos cuando se saca a la calle delincuentes comunes, violentos y peligrosos, sólo por hacer lugar a más ancianos?
¿Ignoran los Supremos el enorme negocio de los juicios de "lesa humanidad"? ¿O son parte de él?
Algún día los Supremos, que no salieron por los agentes de cuentas de las inmobiliarias terminarán en el mismo lugar de los ancianos que hoy no defienden, ancianos ellos a su vez, pagando por lo que no denunciaron cuando debían haber gritado a los cuatro vientos la inviolabilidad del art. 18 de la Constitución Nacional.
Callar por otros y hablar por uno mismo, en defensa de los derechos propios cuando se tiene responsabilidad por la seguridad de los demás también es ABUSO DE PODER.
domingo, junio 23, 2013
sábado, junio 22, 2013
Perdimos a un ejemplo de dignidad.
UN HOMBRE DIGNO
Con la muerte del Teniente General Jorge Rafael Videla se pierde un “caballero” en la total extensión del término.
Por una cuestión etaria y de jerarquía militar, nunca hubiese tenido la posibilidad de compartir una serie de vivencias muy cercanas con él; pero esta nefasta época de venganza me brindó esa posibilidad en el último año.
Durante ese período compartido en cautiverio, fueron incontables las charlas mantenidas; estructuradas –fundamentalmente- en mis preguntas, ya que había muchísimas incógnitas que deseaba resolver. Algunas se despejaron y otras no tanto. Pero siempre encontré en él la voluntad de aclararlas.
Hombre de una profunda fé religiosa. De comunión diaria, que podía satisfacer debido a la presencia, entre nosotros, de un Ministro de la Eucaristía, autorizado por la Iglesia a brindar el Sacramento.
Durante algún tiempo era el único que los días domingo a las 09:00 hs. se encontraba frente al televisor (varias veces me pidió que se lo encendiera y lo sintonizara) para participar de la Santa Misa que se transmite. Poco a poco fueron sumándose otros Presos Políticos que compartían esa celebración.
De costumbres espartanas, era sumamente regular en sus horarios, considerados los momentos para hacer algún tipo de actividad aeróbica (caminar alrededor del patio de“recreos”), de sentarse a escribir dentro de su celda, de almorzar y cenar, y de higienizarse.
Mantenía él solo la limpieza de su celda, siempre impecable; y lavaba sus utensilios de almuerzo, “enojándose” - ciertamente- si alguien pretendía hacerlo por él. Y cuando se le explicaba que no se debía a considerarlo incapaz, sino que se intentaba preservarlo de algún esfuerzo innecesario, aceptaba que su actitud era de “soberbia”… pero no la modificaba.
Nuestros pobres (de espíritu) enemigos y adversarios afirman la satisfacción que sienten de que se haya “muerto preso”. No comprenden que él quiso (es decir, eligió) morir en prisión.
Lo hizo saber a cuanto Tribunal lo hicieron comparecer. Jamás se le escuchó una queja o un pedido de clemencia. A pesar de que lo sometieron a las más graves iniquidades y vejámenes.
Humilló siempre a los que esperaban verlo quebrado o destruido. Concurrió impecablemente vestido y acicalado en cada oportunidad, que por capricho de algún magistrado, lo hicieron concurrir a comparecer a algún Tribunal.
Muchas veces, nosotros, que en muchos casos podríamos contar con la edad de sus hijos, lo aconsejábamos que se negase a concurrir a alguna citación, argumentando sus dolencias físicas, reales y ciertas; pero su respuesta era siempre la misma: “si puedo caminar, voy a ir”.
Reitero, fue un ejemplo de dignidad para todos nosotros. Aún para aquellos a los que -cuando llegó aquí, a Marcos Paz- se sintieron disgustados con su “presencia”. Su diaria actitud durante casi un año, les hizo tornar su disgusto en respeto.
Todo esto dicho en cuanto a su decisión y a su persona, no modifica el hecho de que lo dejaron morir, o lo que es aún peor, hicieron todo lo posible para que se muriera.
Luego de cumplir más de 20 (veinte) años en prisión, el simple capricho del Director Nacional del Servicio Penitenciario Federal, Dr. Víctor HORTEL, quien -a la vez- es el Presidente de la agrupación kirchnerista “Negros de Mierda”, armador de comparsas (a las que se suma disfrazado de Hombre Araña) y “sacador de presos” del “Batayón Militante” a partidos de fútbol en la cancha de Tristán Suarez y a “actividades culturales”; bastó para que fuera trasladado, sólo con los elementos básicos (esto es: una muda de ropa interior y los elementos de cama) de la Unidad 34 del Servicio Penitenciario Federal, que funciona en Campo de Mayo, al Complejo Penitenciario Federal II de Marcos Paz, un día, a las 21:00 hs., con la respectiva complicidad de los Tribunales de los cuales dependía, que aceptaron esa decisión ante los hechos consumados. Es decir resignaron su autoridad por -vaya novedad- presiones políticas.
En este último tiempo, y observando su deterioro físico, fueron incontables la oportunidades en que concurrimos a ver a las autoridades del SPF a fin de que adoptaran recaudos para preservar su salud.
Ante ello, y en el mejor de los casos, concurría un médico al pabellón, conversaba con él (es decir, según nosotros, intentaba “curarlo de palabra”, porque ni siquiera contaba con un estetoscopio colgado del cuello, aunque más no fuera para disimular) y se retiraba diciéndonos que “era cuestión de edad, de su añeja escoliosis, de las condiciones de vida, etc., etc., etc.”, todos motivos que justificaban la imposibilidad de que recibiera una adecuada atención en este lugar y que -por el contrario- confirmaban que debía, cuanto menos, estar en su domicilio.
Su caída en la ducha el día domingo 12/05/2013, desmejoró sensiblemente su aspecto. Durante la semana anterior casi con seguridad, y de acuerdo a lo conversado con los médicos del servicio y con su hijo, también médico de profesión, había sufrido una ACV que debió ser muy suave. Nos preguntó en varias oportunidades que día era, tuvimos que marcarle el número telefónico para que pudiese comunicarse con su casa y nos manifestó que “se sentía perdido”.
Luego de su caída manifestaba un fuerte dolor en la zona pélvica, pese a ello, lo hicieron concurrir a juicio los días lunes 13 y martes 14, día en que dirigió al Tribunal sus últimas palabras.
El día miércoles 15 a la mañana, solicitamos hablar con el Director, Prefecto Flores y sólo logramos hacerlo con el Jefe de Seguridad Interna de módulo IV Oficial Rotela, a quien se le manifestó el estado de deterioro que observábamos en su salud. Nuevamente envió a un médico, que resultó ser el Dr. Domínguez, quien finalmente firma el parte médico de su defunción dos días después.
El jueves 16, como continuaba con sus dolores, a los que se sumó descompostura estomacal o intestinal, volvimos a solicitar la presencia de un médico. Es entonces que concurre la Dra. Mirta Juárez Nasso que lo traslada a la Unidad Médica Asistencial del Complejo. Al regresar el Teniente General comenta que le hicieron una serie de estudios, y dice: “para tranquilidad de ustedes, me dieron todos bien”. Pese a ello, nuevamente decidió no acompañarnos en la cena, pues su descompostura lo hacía sentirse incómodo.
Esa fue la última oportunidad que se comunicó con nosotros. El celador de la mañana,Suboficial Altamiranda al hacer el “recuento” cuando iniciaba su turno, lo encuentra en su celda, ya fallecido.
Realmente nos produce una tristeza enorme que un ser íntegro en sus procederes; alguien que ocupó durante cinco años la Presidencia de la Nación y permaneció pobre, a quien jamás nadie pudo endilgarle un mínimo acto de corrupción; que fue fiel a sus ideales y a su conciencia; honesto en todas sus acciones, nos haya dejado antes de lograr la inevitable y cercana reivindicación.
Sólo nos reunimos en torno a la imagen de la Virgen de Luján y rezamos unas oraciones por su eterno descanso, y pusimos una bandera nacional enlutada con un crespón en la puerta de lo que fue su último alojamiento.
Pero sepa su Familia, que supo mantenerse siempre a su lado, apuntalándolo y acompañándolo en sus decisiones, que sus camaradas más jóvenes, los que fuimos sus subalternos, pudimos seguir recibiendo su ejemplo hasta el último día de su vida.
Oramos por su alma y porque Uds. logren cristiana resignación.
Así sea.
Víctor Alejandro Gallo
Capitán (R)
Preso Político
viernes, junio 21, 2013
jueves, junio 20, 2013
DESCOLGANDO CUADROS.
OTRA VEZ LA CAMARA DEL CRIMEN CONTRA LAS VICTIMAS DEL TERRORISMO.
Mientras en la Plaza de Mayo se realizó un homenaje a dos terroristas muertos durante el copamiento del Regimiento de La Tablada, la Cámara del Crimen de la Capital Federal volvió a pronunciarse contra las víctimas del terrorismo en la persona del Juez Jorge Quiroga.
Esta vez, este inefable grupo de jueces ordenó (por mayoría, no por unanimidad) que sea descolgado un cuadro del Juez Jorge Quiroga, asesinado en el año 1974 por delincuentes terroristas del ERP. El cuadro y una leyenda alusiva se encuentran en el despacho que ocupara en vida, el número 20.
Es importante recordar que este asesinato, junto con las amenazas al resto de los miembros de la Cámara Federal que juzgó al terrorismo antes de la vergonzosa amnistía de 1973, fue un punto de inflexión en la guerra antisubversiva y enterró, junto con el Juez, la última posibilidad de combatir el terrorismo por medios legales.
Luego del crimen de Quiroga ningún juez se atrevió a condenar a delincuentes terroristas, fin que era el perseguido por los criminales que perpetraron este cobarde hecho.
La Cámara del Crimen ha vuelto a escupir sobre la memoria de las víctimas del terrorismo en lo que es una verdadera "POLITICA DE ESTADO" utilizando las palabras del Ministro de la Corte, Ricardo Lorenzetti.
DIA DE LA BANDERA
Proclama dirigida por M. Belgrano a su ejército
al enarbolar por primera vez la bandera
Soldados de la Patria: En este punto hemos tenido la gloria de vestir la escarapela nacional que ha designado nuestro excelentísimo gobierno: en aquel, la batería de la Independencia, nuestras armas aumentarán las suyas. Juremos vencer a los enemigos Interiores y exteriores, y la América del Sur será el templo de la independencia y de la libertad.
En fe de que así lo juráis, decid conmigo ¡Viva la Patria!
Señor capitán y tropa destinada por primera vez a la batería Independencia; id, posesionáos de ella, y cumplid el juramento que acabáis de hacer.
lunes, junio 17, 2013
'De eso no se habla ' 14/06/13
'de eso no se habla ' 14/06/13- ESCUCHAR AQUI
EN ESTE PROGRAMA FUERON NUESTROS INVITADOS EL TE cNEL EMILIO NANI (veterano de Malvinas y Tablada)
EL D R GUSTAVO TAFARELL de J y Concordia e hijo de Preso Politico
EN ESTE PROGRAMA FUERON NUESTROS INVITADOS EL TE cNEL EMILIO NANI (veterano de Malvinas y Tablada)
EL D R GUSTAVO TAFARELL de J y Concordia e hijo de Preso Politico
domingo, junio 16, 2013
FELIZ DIA DEL PADRE.
Coronel (PM) Argentino del Valle Larrabure y familia.
En recuerdo por los padres que ya no están, porque se fueron pacíficamente siguiendo el camino de la vida pero que hicieron todo por nosotros: enseñarnos el sendero de la rectitud y darnos ejemplo de valor y compromiso.
En recuerdo de los que fueron arrancados violentamente de sus seres queridos dejandoles cicatrices perdurables que los sienten aun presentes, en el lugar vacío de la mesa.
En homenaje de los que son retenidos injustamente en "cárceles del pueblo" alejados de sus hijos, gracias a jueces corruptos y cobardes, creando nuevas cicatrices que nunca sanarán y que redundarán en odios nuevos y renovados, nuevos rencores y conflictos futuros.
A todo ellos, los padres de la Patria, un sincero homenaje.
En recuerdo por los padres que ya no están, porque se fueron pacíficamente siguiendo el camino de la vida pero que hicieron todo por nosotros: enseñarnos el sendero de la rectitud y darnos ejemplo de valor y compromiso.
En recuerdo de los que fueron arrancados violentamente de sus seres queridos dejandoles cicatrices perdurables que los sienten aun presentes, en el lugar vacío de la mesa.
En homenaje de los que son retenidos injustamente en "cárceles del pueblo" alejados de sus hijos, gracias a jueces corruptos y cobardes, creando nuevas cicatrices que nunca sanarán y que redundarán en odios nuevos y renovados, nuevos rencores y conflictos futuros.
A todo ellos, los padres de la Patria, un sincero homenaje.
jueves, junio 13, 2013
Justicia para malditos
por Mauricio Ortín para El Tribuno de Salta.
“Siempre el Ejército fue el brazo armado de la burguesía” es lo que afirmó, categóricamente, la doctora Gloria León en el juicio conocido como “El juicio Base Naval 2”, que se sustanció en el presente año en la ciudad de Mar del Plata. Esta maniquea y simplificadora lectura de la historia argentina, si hubiera sido dicha a título personal o en representación de un particular cualquiera, podría pasar como parte del sano ejercicio de expresar libremente el pensamiento. Pero, dado que el representado en este caso es el Estado nacional, la cita como parte del alegato de la abogada querellante de la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación, necesariamente debe entenderse como el reflejo del pensamiento que guía algunas políticas de Estado del actual gobierno.
Los dichos aludidos de la doctora León se enmarcan, inconfundiblemente, en la idea marxista de que la historia es el resultado de la lucha de clases. Lucha que, en la etapa capitalista, enfrenta a dos actores protagónicos: la burguesía (poseedora del Estado y de los medios de producción) y el proletariado (dueño sólo de su “fuerza de trabajo”). Marx, al respecto, profetiza que, más temprano que tarde, el conflicto fatalmente se decidirá con la victoria de los explotados (la clase obrera o proletaria) sobre los explotadores (la clase burguesa de los empresarios). Sostiene, también, que no existe nada más importante para el hombre que ayudar a que este destino histórico se cumpla. El arte, la moral, el derecho y la ciencia deben estar al servicio de imponer la dictadura del proletariado. Con este propósito, resulta imperativo que el empresariado junto a su brazo armado (el ejército) sean eliminados. Tal es lo que pensaban, manifestaban y llevaban a la práctica Roberto Santucho y Mario Firmenich, jefes del ERP y Montoneros, respectivamente. No hace falta demostrar que el camino elegido por estos señores para lograr sus fines no era, precisamente, el que marca el Estado de Derecho. A propósito, habría que preguntarle a la doctora representante de la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación, si los Montoneros respetaban tales derechos. Esto, porque Gloria León en su declaración como testigo en juicio, muy segura de sí misma, expresó: “yo siempre digo que no tuve el honor de pertenecer a la organización política militar Montoneros”.
La concepción marxista de la justicia parte del supuesto de que la pertenencia a la clase social burguesa establece, objetivamente y a priori, la culpabilidad del individuo. Lo mismo vale para las Fuerzas Armadas (“el brazo armado de la burguesía”). Los que integran el bando revolucionario, en cambio, gozan de la inmunidad que les otorga el estar del lado de la “razón histórica”. De allí que las pruebas de hechos criminales para condenar a unos y absolver o siquiera acusar a otros están demás (se “suplen” satisfactoriamente con propaganda “revolucionaria” y prensa progre).
Una muestra elocuente de justicia clasista es el auto de procesamiento a Pedro Blaquier, propietario del Ingenio Ledesma, y a Alberto Lemos, ex gerente de esa empresa, dictado por el juez Poviña. Ello, porque en el referido auto de procesamiento el instructor no presenta ni una sola prueba o indicio que amerite que los acusados deben ser llevados a juicio por facilitar vehículos para la privación ilegítima de la libertad de personas. Lo que sí, en cambio, abunda en el texto de Poviña, son opiniones subjetivas que construyen una versión clasista, parcial y carente del mínimo rigor científico sobre la relación entre los propietarios de la industria azucarera y el poder (político o militar, según el caso). Deduce el juez que estaría probado que las fuerzas represoras de la policía, la gendarmería y el ejército actuaron (parafraseando a la doctora Gloria León) como “el brazo armado” del Ingenio Ledesma. Su función era la de reprimir a los dirigentes sindicales que exigían mejores salarios y condiciones de trabajo al patrón explotador. Luego, es obvio (según el juez) que Blaquier y Lemos facilitaban los vehículos con pleno conocimiento de que iban a ser usados para secuestrar personas. Ahora bien, ni siquiera como indicio, tal cosa se puede deducir de ningún testimonio o circunstancia que obre en la causa; pero sí, en cambio, se la puede desprender de la fértil imaginación de Marx, Engels, Lenin y otros que sabían de la culpabilidad de Blaquier y Lemos antes de que estos hubieran habitado el vientre materno. Para esta “justicia” han nacido malditos y a los malditos, como decía un señor: Ni Justicia!
http://www.eltribuno.info/salta/291646-Justicia-para-malditos.note.aspx
“Siempre el Ejército fue el brazo armado de la burguesía” es lo que afirmó, categóricamente, la doctora Gloria León en el juicio conocido como “El juicio Base Naval 2”, que se sustanció en el presente año en la ciudad de Mar del Plata. Esta maniquea y simplificadora lectura de la historia argentina, si hubiera sido dicha a título personal o en representación de un particular cualquiera, podría pasar como parte del sano ejercicio de expresar libremente el pensamiento. Pero, dado que el representado en este caso es el Estado nacional, la cita como parte del alegato de la abogada querellante de la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación, necesariamente debe entenderse como el reflejo del pensamiento que guía algunas políticas de Estado del actual gobierno.
Los dichos aludidos de la doctora León se enmarcan, inconfundiblemente, en la idea marxista de que la historia es el resultado de la lucha de clases. Lucha que, en la etapa capitalista, enfrenta a dos actores protagónicos: la burguesía (poseedora del Estado y de los medios de producción) y el proletariado (dueño sólo de su “fuerza de trabajo”). Marx, al respecto, profetiza que, más temprano que tarde, el conflicto fatalmente se decidirá con la victoria de los explotados (la clase obrera o proletaria) sobre los explotadores (la clase burguesa de los empresarios). Sostiene, también, que no existe nada más importante para el hombre que ayudar a que este destino histórico se cumpla. El arte, la moral, el derecho y la ciencia deben estar al servicio de imponer la dictadura del proletariado. Con este propósito, resulta imperativo que el empresariado junto a su brazo armado (el ejército) sean eliminados. Tal es lo que pensaban, manifestaban y llevaban a la práctica Roberto Santucho y Mario Firmenich, jefes del ERP y Montoneros, respectivamente. No hace falta demostrar que el camino elegido por estos señores para lograr sus fines no era, precisamente, el que marca el Estado de Derecho. A propósito, habría que preguntarle a la doctora representante de la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación, si los Montoneros respetaban tales derechos. Esto, porque Gloria León en su declaración como testigo en juicio, muy segura de sí misma, expresó: “yo siempre digo que no tuve el honor de pertenecer a la organización política militar Montoneros”.
La concepción marxista de la justicia parte del supuesto de que la pertenencia a la clase social burguesa establece, objetivamente y a priori, la culpabilidad del individuo. Lo mismo vale para las Fuerzas Armadas (“el brazo armado de la burguesía”). Los que integran el bando revolucionario, en cambio, gozan de la inmunidad que les otorga el estar del lado de la “razón histórica”. De allí que las pruebas de hechos criminales para condenar a unos y absolver o siquiera acusar a otros están demás (se “suplen” satisfactoriamente con propaganda “revolucionaria” y prensa progre).
Una muestra elocuente de justicia clasista es el auto de procesamiento a Pedro Blaquier, propietario del Ingenio Ledesma, y a Alberto Lemos, ex gerente de esa empresa, dictado por el juez Poviña. Ello, porque en el referido auto de procesamiento el instructor no presenta ni una sola prueba o indicio que amerite que los acusados deben ser llevados a juicio por facilitar vehículos para la privación ilegítima de la libertad de personas. Lo que sí, en cambio, abunda en el texto de Poviña, son opiniones subjetivas que construyen una versión clasista, parcial y carente del mínimo rigor científico sobre la relación entre los propietarios de la industria azucarera y el poder (político o militar, según el caso). Deduce el juez que estaría probado que las fuerzas represoras de la policía, la gendarmería y el ejército actuaron (parafraseando a la doctora Gloria León) como “el brazo armado” del Ingenio Ledesma. Su función era la de reprimir a los dirigentes sindicales que exigían mejores salarios y condiciones de trabajo al patrón explotador. Luego, es obvio (según el juez) que Blaquier y Lemos facilitaban los vehículos con pleno conocimiento de que iban a ser usados para secuestrar personas. Ahora bien, ni siquiera como indicio, tal cosa se puede deducir de ningún testimonio o circunstancia que obre en la causa; pero sí, en cambio, se la puede desprender de la fértil imaginación de Marx, Engels, Lenin y otros que sabían de la culpabilidad de Blaquier y Lemos antes de que estos hubieran habitado el vientre materno. Para esta “justicia” han nacido malditos y a los malditos, como decía un señor: Ni Justicia!
http://www.eltribuno.info/salta/291646-Justicia-para-malditos.note.aspx
LOS CRIMENES DE LOS BUENOS.
La historia se repite
¿QUÉ JUSTICIA QUERÍAN LOS QUE CONDENARON A RUDOLF HESS?
Un caso especial de los tratados por los mercaderes de Nüremberg fue el de Rudolf Hess. Para él, cita la acusación el documento USA 474 y afirma: “Yendo a la página 8 de esta publicación, en la línea 2 tenemos el nombre de «Hess, Rudolf», seguido de la nota «Por autorización del Führer, con derecho a vestir el uniforme de Obergruppenführer de las SS»”. O sea, para poder enlazar a Hess tuvieron que imputarle ¡“el derecho al uso de uniforme”!, ya que Hess estuvo prisionero de los británicos prácticamente durante toda la guerra, al volar a Escocia el 10 de mayo de 1941, para intentar un acuerdo que pusiera fin a la guerra entre Alemania y el Reino Unido. De modo que estuvo ausente de su país durante el período más cruento de la contienda. Hoy diríamos que Hess fue condenado por “portación de autorización para el uso de uniforme”, delito grave, si los hay. Nada dice la acusación acerca del objetivo de la misión de Hess, ningún crimen concreto se le atribuye. A la fecha del vuelo no había “cámaras de gas”, “cámaras diesel”, “cámaras eléctricas”, “máquina rompe nucas”, “mini bomba atómica”; nada del arsenal conque la acusación deslumbró al tribunal.
El juicio a Hess fue patético. Sufría una manifiesta amnesia y síntomas paranoicos que hubieran impedido llevarlo a juicio. Se intentó presentar a Hess como un farsante y decir que su dolencia era simulada; ello a fin de validar el juicio llevado adelante en tan irregulares condiciones. Sin embargo, todos los estudios psiquiátricos coincidieron en la existencia real de la patología. De hecho, a instancias de la defensa, el tribunal determinó tres pericias médicas sobre el imputado: una por los médicos británicos, otra por los americanos y finalmente, una por los rusos.
Conforme lo explica el inglés J. Bernard Hutton, en su obra “Hess, el hombre y su misión”, los médicos ingleses sostuvieron: “…Su pérdida de memoria… afectará a su capacidad para defenderse y para comprender detalles del pasado que surjan durante el proceso… Firmado: Drs. Moran, J. R. Rees y George Riddoch”. Los americanos afirmaron: “…la naturaleza de esta pérdida de memoria… afectará a sus respuestas a preguntas relacionadas con su pasado y también al desarrollo de su defensa… Firmado: Drs. Ewen Cameron, Jean Delay, Paul L. Schroeder y Nolan E. C. Lewis”. A su turno, los rusos confirmaron: “…Su amnesia afectará a su capacidad para desarrollar su defensa y para comprender detalles del pasado que aparezcan como datos de hecho”. Nada de esto fue tenido en cuenta; el tribunal determinó que Rudolf Hess se encontraba en condiciones de atender su defensa y el juicio prosiguió en su contra.
Airey Neave, oficial inglés a cuyo cargo estuvo la entrega del acta de acusación a Hess, refiere: “Los veredictos fueron pronunciados, por turno, el 30 de septiembre de 1946 por los jueces de las Cuatro Potencias. El de Hess fue leído por el general Nikitchenko, el juez ruso. El tribunal… halló a Hess culpable de crímenes contra la paz y no culpable de crímenes de guerra ni de crímenes contra la humanidad. En algún momento del intervalo de veinticuatro horas que medió entre este veredicto y la pronunciación de la sentencia, el Gobierno soviético, posiblemente el propio Stalin, intervino y expresó su más violenta oposición. El 1º de octubre, Nikitchenko, abochornado, leyó un fallo disidente, aludiendo al trato dispensado a los polacos en territorio ocupado y declarando a Hess culpable de «crímenes contra la humanidad». La pena debía ser de muerte. Se produjo un atónito silencio en la sala del Tribunal de Nüremberg. Nadie dudaba de que este cambio había sido ordenado por Moscú. Constituía una burla a las concepciones occidentales de un «proceso justo». Desde aquel día los rusos han mantenido su implacable odio a Hess como un elemento de su política internacional”.
Cita Hutton un comentario hecho al respecto por Winston Churchill: “Al reflexionar sobre este asunto, me alegra de no ser responsable de la forma en que Hess ha sido y está siendo tratado. Cualquiera que sea la culpabilidad moral de un alemán que se mantuvo al lado de Hitler, Hess, en mi opinión, la había expiado con su acto de total entrega y el fanatismo de su lunática buena intención. Vino a nosotros por su propia y libre voluntad y, aunque no facultado para ello, poseía en cierto modo la calidad de un enviado. Era un caso médico, no un caso criminal, y como tal debería ser considerado. Winston Churchill”. Sin embargo, mister Churchill, el juez inglés, que no era ajeno a sus directivas, no se hesitó al firmar la condena.
Aun con sus padecimientos, al tiempo de hacer uso de la palabra por última vez en Nüremberg, tuvo Hess la lucidez necesaria para pasar lista a muchos de los hechos vergonzosos que había anticipado: “Algunos de mis camaradas aquí presentes pueden confirmar el hecho de que, ya en los comienzos del proceso, predije lo siguiente: 1) Aparecerían testigos que prestarían bajo juramento declaraciones falsas y, al mismo tiempo, podrían crear una impresión de absoluta veracidad y serían tenidos en muy alta estima. 2) Era de esperar que el Tribunal recibiera declaraciones falsas formuladas por escrito bajo juramento. 3) Los acusados se verían asombrados y sorprendidos por algunos de los testigos alemanes. 4) Algunos de los acusados se comportarían de forma extraña. Harían desvergonzadas manifestaciones sobre el Führer, se incriminarían unos a otros y falsamente. Quizás, incluso, se incriminarían a sí mismo y falsamente. Todas estas predicciones se han cumplido, por lo que a los testigos y a las declaraciones escritas se refiere, en docenas de casos; casos en los que las declaraciones bajo juramento de los acusados se encuentran en oposición con las anteriormente juradas por ellos… No me arrepiento de nada. Si hubiera de empezar de nuevo, actuaría como he actuado, aunque supiera que al final tendría que correr el riesgo de una muerte despiadada. No importa lo que cualquier hombre pueda hacer; algún día compareceré ante el Eterno para ser juzgado. Yo le responderé a Él, ¡y sé que Él me declarará inocente!”
Hess fue condenado a prisión perpetua, nadie creyó en el ámbito del tribunal que la pena tendría esa extensión efectiva, la conciencia de los jueces necesitaba expiarse con un indulto o conmutación de pena. Sin embargo, nada ocurrió. Todos los intentos por que Hess fuera liberado, uno de ellos encabezado por el mismo oficial inglés que le impusiera de la acusación, fueron sistemáticamente desoídos.
El 17 de agosto de 1987, autoridades aliadas anunciaron que Rudolf Hess había muerto en la prisión de Spandau, la cual sólo se encontraba abierta para alojar al anciano alemán de 93 años. Al día siguiente se dijo que se había estrangulado con un cable, lo cual no fue confirmado. El cirujano británico Hugh Thomas afirmó que Hess fue asesinado y que la autopsia practicada por el médico James Cameron revelaba que había muerto de asfixia, pero no mencionaba en su dictamen la palabra “suicidio”. Había sido asesinado un hombre que, pudiendo perseverar en una cuestionada insania, prefirió dar testimonio de su integridad hasta el último momento de su vida.
Carlos García
http://elblogdecabildo. blogspot.com.ar/2013/06/la- historia-se-repite.html
¿QUÉ JUSTICIA QUERÍAN LOS QUE CONDENARON A RUDOLF HESS?
Un caso especial de los tratados por los mercaderes de Nüremberg fue el de Rudolf Hess. Para él, cita la acusación el documento USA 474 y afirma: “Yendo a la página 8 de esta publicación, en la línea 2 tenemos el nombre de «Hess, Rudolf», seguido de la nota «Por autorización del Führer, con derecho a vestir el uniforme de Obergruppenführer de las SS»”. O sea, para poder enlazar a Hess tuvieron que imputarle ¡“el derecho al uso de uniforme”!, ya que Hess estuvo prisionero de los británicos prácticamente durante toda la guerra, al volar a Escocia el 10 de mayo de 1941, para intentar un acuerdo que pusiera fin a la guerra entre Alemania y el Reino Unido. De modo que estuvo ausente de su país durante el período más cruento de la contienda. Hoy diríamos que Hess fue condenado por “portación de autorización para el uso de uniforme”, delito grave, si los hay. Nada dice la acusación acerca del objetivo de la misión de Hess, ningún crimen concreto se le atribuye. A la fecha del vuelo no había “cámaras de gas”, “cámaras diesel”, “cámaras eléctricas”, “máquina rompe nucas”, “mini bomba atómica”; nada del arsenal conque la acusación deslumbró al tribunal.
El juicio a Hess fue patético. Sufría una manifiesta amnesia y síntomas paranoicos que hubieran impedido llevarlo a juicio. Se intentó presentar a Hess como un farsante y decir que su dolencia era simulada; ello a fin de validar el juicio llevado adelante en tan irregulares condiciones. Sin embargo, todos los estudios psiquiátricos coincidieron en la existencia real de la patología. De hecho, a instancias de la defensa, el tribunal determinó tres pericias médicas sobre el imputado: una por los médicos británicos, otra por los americanos y finalmente, una por los rusos.
Conforme lo explica el inglés J. Bernard Hutton, en su obra “Hess, el hombre y su misión”, los médicos ingleses sostuvieron: “…Su pérdida de memoria… afectará a su capacidad para defenderse y para comprender detalles del pasado que surjan durante el proceso… Firmado: Drs. Moran, J. R. Rees y George Riddoch”. Los americanos afirmaron: “…la naturaleza de esta pérdida de memoria… afectará a sus respuestas a preguntas relacionadas con su pasado y también al desarrollo de su defensa… Firmado: Drs. Ewen Cameron, Jean Delay, Paul L. Schroeder y Nolan E. C. Lewis”. A su turno, los rusos confirmaron: “…Su amnesia afectará a su capacidad para desarrollar su defensa y para comprender detalles del pasado que aparezcan como datos de hecho”. Nada de esto fue tenido en cuenta; el tribunal determinó que Rudolf Hess se encontraba en condiciones de atender su defensa y el juicio prosiguió en su contra.
Airey Neave, oficial inglés a cuyo cargo estuvo la entrega del acta de acusación a Hess, refiere: “Los veredictos fueron pronunciados, por turno, el 30 de septiembre de 1946 por los jueces de las Cuatro Potencias. El de Hess fue leído por el general Nikitchenko, el juez ruso. El tribunal… halló a Hess culpable de crímenes contra la paz y no culpable de crímenes de guerra ni de crímenes contra la humanidad. En algún momento del intervalo de veinticuatro horas que medió entre este veredicto y la pronunciación de la sentencia, el Gobierno soviético, posiblemente el propio Stalin, intervino y expresó su más violenta oposición. El 1º de octubre, Nikitchenko, abochornado, leyó un fallo disidente, aludiendo al trato dispensado a los polacos en territorio ocupado y declarando a Hess culpable de «crímenes contra la humanidad». La pena debía ser de muerte. Se produjo un atónito silencio en la sala del Tribunal de Nüremberg. Nadie dudaba de que este cambio había sido ordenado por Moscú. Constituía una burla a las concepciones occidentales de un «proceso justo». Desde aquel día los rusos han mantenido su implacable odio a Hess como un elemento de su política internacional”.
Cita Hutton un comentario hecho al respecto por Winston Churchill: “Al reflexionar sobre este asunto, me alegra de no ser responsable de la forma en que Hess ha sido y está siendo tratado. Cualquiera que sea la culpabilidad moral de un alemán que se mantuvo al lado de Hitler, Hess, en mi opinión, la había expiado con su acto de total entrega y el fanatismo de su lunática buena intención. Vino a nosotros por su propia y libre voluntad y, aunque no facultado para ello, poseía en cierto modo la calidad de un enviado. Era un caso médico, no un caso criminal, y como tal debería ser considerado. Winston Churchill”. Sin embargo, mister Churchill, el juez inglés, que no era ajeno a sus directivas, no se hesitó al firmar la condena.
Aun con sus padecimientos, al tiempo de hacer uso de la palabra por última vez en Nüremberg, tuvo Hess la lucidez necesaria para pasar lista a muchos de los hechos vergonzosos que había anticipado: “Algunos de mis camaradas aquí presentes pueden confirmar el hecho de que, ya en los comienzos del proceso, predije lo siguiente: 1) Aparecerían testigos que prestarían bajo juramento declaraciones falsas y, al mismo tiempo, podrían crear una impresión de absoluta veracidad y serían tenidos en muy alta estima. 2) Era de esperar que el Tribunal recibiera declaraciones falsas formuladas por escrito bajo juramento. 3) Los acusados se verían asombrados y sorprendidos por algunos de los testigos alemanes. 4) Algunos de los acusados se comportarían de forma extraña. Harían desvergonzadas manifestaciones sobre el Führer, se incriminarían unos a otros y falsamente. Quizás, incluso, se incriminarían a sí mismo y falsamente. Todas estas predicciones se han cumplido, por lo que a los testigos y a las declaraciones escritas se refiere, en docenas de casos; casos en los que las declaraciones bajo juramento de los acusados se encuentran en oposición con las anteriormente juradas por ellos… No me arrepiento de nada. Si hubiera de empezar de nuevo, actuaría como he actuado, aunque supiera que al final tendría que correr el riesgo de una muerte despiadada. No importa lo que cualquier hombre pueda hacer; algún día compareceré ante el Eterno para ser juzgado. Yo le responderé a Él, ¡y sé que Él me declarará inocente!”
Hess fue condenado a prisión perpetua, nadie creyó en el ámbito del tribunal que la pena tendría esa extensión efectiva, la conciencia de los jueces necesitaba expiarse con un indulto o conmutación de pena. Sin embargo, nada ocurrió. Todos los intentos por que Hess fuera liberado, uno de ellos encabezado por el mismo oficial inglés que le impusiera de la acusación, fueron sistemáticamente desoídos.
El 17 de agosto de 1987, autoridades aliadas anunciaron que Rudolf Hess había muerto en la prisión de Spandau, la cual sólo se encontraba abierta para alojar al anciano alemán de 93 años. Al día siguiente se dijo que se había estrangulado con un cable, lo cual no fue confirmado. El cirujano británico Hugh Thomas afirmó que Hess fue asesinado y que la autopsia practicada por el médico James Cameron revelaba que había muerto de asfixia, pero no mencionaba en su dictamen la palabra “suicidio”. Había sido asesinado un hombre que, pudiendo perseverar en una cuestionada insania, prefirió dar testimonio de su integridad hasta el último momento de su vida.
Carlos García
http://elblogdecabildo.
Entrevista a Arturo Larrabure y David Rey
El Sr. Jorge A. Cassino entrevista a los David Rey y Arturo Cirilo Larrabure, con motivo de la interesante investigación del primero denominada "La mala costumbre de homenajear asesinos en la Argentina".
El trabajo de Rey ha tenido enorme difusión y repercusión en las redes sociales. Podemos encontrarlo en este mismo sitio "Derecho para Todos".
El trabajo consiste en un reportaje que el Sr. Rey realiza telefónicamente al director de un colegio cordobés, donde se ha fijado una placa que homenajea al terrorista entregador del cuartel de Villa María. En ese cuartel fue secuestrado el mayor Argentino del Valle Larrabure, experto en explosivos, el que fue retenido ilegalmente en una inmunda "cárcel del pueblo" durante 370 y sometido a toda clase de privaciones y torturas para obligarlo a fabricar explosivos para los terroristas.
Es de hacer notar que el Sr. Rey actuó conforme todas las normas de ética periodística, identificándose, aclarando que la charla estaba siendo grabada y dándole el suficiente espacio al director para que explique su postura.
Ante lo inexplicable, el director del colegio manchado con esta placa sólo atinó a decir que no iba a continuar charlando porque necesitaba "instrucciones" de sus superiores.
martes, junio 11, 2013
domingo, junio 09, 2013
En memoria de mi padre, Horacio Zarracán por Silvia Zarracán Jover
Fue una época en la que la guerrilla mataba a ejecutivos de multinacionales, pero él pensaba que no le iba a pasar nada, que no era tan importante como para que lo tocaran.
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Es difícil empezar a contar una parte de tu vida, sobre todo cuando ha sido tan dolorosa. No es fácil empezar a hablar de la muerte de mi padre sin antes decir algo de su vida. No puedo evitar decir quién era él, qué tipo de persona era, porque de alguna manera eso también marcó que el dolor fuese aún más intenso.
Mi padre fue un hombre íntegro, fiel a sus principios, un buen marido, un buen amigo, un padre excepcional. Mi vida giraba alrededor de él. Y no lo digo por decir: era cierto. Era un sentimiento mutuo, yo fui la más chica de tres hermanos, la única mujer, su “princesita”.
Su vida transcurría entre trabajar todo el día en IKA Renault y dedicar el fin de semana a su familia. Amigo de sus amigos, generoso, siempre con una sonrisa.
Tiempos difíciles.
Cuando surgió la guerrilla en Córdoba, nosotros no la vivíamos como tal, porque en casa ese tema no se tocaba; pero sí es cierto que a él se lo veía un poco nervioso. Nunca supimos que lo habían amenazado. Mejor dicho, después de que murió supimos que se lo había confiado a un amigo.
En una oportunidad, dijo que estaba la posibilidad de trabajar en Francia a través de la empresa. Pero cuando lo comentó, mis hermanos, que ya eran adultos, no quisieron marcharse, y él tuvo miedo por ellos, por lo que desistió de viajar.
Recuerdo perfectamente el golpe de Estado, en marzo de 1976. Nos levantamos todos muy temprano a escuchar la noticia y él en voz baja dijo: “Estoy salvado”. Nadie podía imaginar que dos meses después estaría muerto.
Fue una época en la que la guerrilla mataba a ejecutivos de multinacionales, pero él pensaba que no le iba a pasar nada, que no era tan importante como para que lo tocaran. Pero empezaron las amenazas, esas amenazas que sólo él conocía; bueno, él y ese amigo a quien confió esa tremenda época que me imagino tuvo que vivir.
Nos pusieron un custodio en la puerta de casa; preguntábamos por qué y nos decía: “Sólo seguridad; se los ponen a todos”. Pero después del golpe nos la quitaron.
Su manera de protegerse era cambiar el recorrido para ir a la fábrica. Siempre iba por caminos distintos; nunca se imaginó que ellos estarían frente a nuestra casa, en la parada del colectivo, como una pareja más.
Recuerdo que, unos días antes, había sonado el teléfono en casa por la noche. Contestó él y sólo dijo: “Ah, bien, bien”. Y luego que pasó todo, nos enteramos de que había sido una amenaza; le dijeron que le quedaba poco tiempo. Esa misma noche, mientras mirábamos la televisión, me di cuenta de que mi padre me miraba y le pregunté: “¿Por qué me mirás?” Y me contestó: “Sólo te miro, sos mi princesa; estoy orgulloso de vos”. Y yo, sin saber que el fin estaba cerca, sólo reí. Tenía 15 años, no podía valorar que detrás de esa mirada había algo más. Si hubiera sabido, lo hubiese abrazado con toda mi alma.
Más allá de las palabras.
Y llegó ese día, ese maldito día. Me despertó como de costumbre, desayunó conmigo, nos despedimos. Se subió en su Torino, que estaba en el garaje. Además, iban en el auto dos compañeros del trabajo, vecinos nuestros. Yo cerré la puerta y, mientras me ponía el guardapolvo, escuché la ametralladora. Todo lo demás es silencio, dolor, desazón, angustia y esa bendita pregunta: ¿Por qué? ¿Por qué?
En la parada del colectivo, esa misma parada donde yo tendría que haber estado media hora después, había una pareja. Cuando mi padre sacó el auto y antes de que pudiera darse cuenta, la ametralladora rompió el cristal de su ventanilla y disparó por su costado izquierdo, sin hacer daño a ninguno de los que estaban en el coche con él.
Automáticamente, aparecieron dos o tres autos más y se marcharon.
No hay palabras para definir ese momento, ese silencio ensordecedor que vino después, esa sensación de que nada va a ser como antes, ese corazón partido porque una mitad acababa de morirse.
Sin olvido.
Con los años, vinieron las indemnizaciones, pero a nosotros no nos indemnizaron. Nos dijeron que su expediente se había perdido. Yo me pregunto cómo se puede perder un expediente sin más y que nadie haga nada para recuperarlo. Además, ahí estaba el tema, en todas las noticias: había pasado, no era una invención. Sin embargo, nadie nos dio una explicación ni una mano.
Hace poco, alguien me señaló que no me convirtiera en una perseguidora política. Jamás sería una perseguidora, y menos política. La política es para el que la entiende, y yo no entiendo, ni quiero. Sólo entiendo de sentimientos, entiendo de ausencias, entiendo de discriminaciones, entiendo de la facilidad que tienen algunos para olvidar, entiendo que a veces no te dejen hablar porque no quieren escuchar. De eso sí entiendo.
Nunca pedí nada, sólo que no se olvidaran de que mi padre pagó con su vida parte de la historia de nuestro país. Ni siquiera puedo decir que haya valido la pena. Tampoco estoy de acuerdo con lo que vino después; eso que quede claro, pero es un tema en el que no voy a entrar.
Hoy sólo quiero poder contar mi historia desde el corazón, que luego de 37 años aún sigue roto, porque al escribir estas líneas siento el dolor en el pecho. A la vez, me siento bien porque por fin hay gente que me quiere escuchar y no olvida, y además se solidariza.
He recibido en estos días más muestras de apoyo y comprensión que durante los primeros años, y eso me demuestra que aún está viva esa horrible etapa que nuestro país padeció y que, a pesar de todo, la gente no olvida.
*Hija de Horacio Zarracán, superintendente de Mecanizado de Renault, asesinado el 29 de junio de 1976.
SAINETE CRIOLLO por Héctor Ricardo Leis
http://www.perfil.com/contenidos/2013/06/09/noticia_0020.html
La impresión que me queda después de incursionar un poco por el espacio público argentino es que existen líneas más o menos invisibles que no se deben pasar si un ciudadano quiere ejercer con tranquilidad su derecho a opinar. Esas líneas separan aquello sobre lo cual se puede hablar de los tabúes. A seguir doy un ejemplo.
El año pasado escribí un texto titulado: “Un testamento de los años 70”. Primero fue publicado en un sitio de internet y después como libro, con algunos agregados. Cuando lo escribí no sabía bien cuál sería su grado de importancia y originalidad, pero rápidamente percibí su potencial. No había escrito un texto justificado en las utopías literarias y filosóficas que habían nutrido a mi generación, mi experiencia era asumida con nombre y apellido, así como mis interpretaciones. Mi discurso no aparecía despegado de los hechos, sino colado a ellos. Para completar asumía mi responsabilidad y pedía perdón. Todo eso junto resultó ser una novedad absoluta en Argentina.
Decenas de lectores me escribieron para felicitarme, hubo quienes me dijeron que mi texto los ayudaba a ser mejores y tampoco faltaron las críticas de algunos que, de tanto leer, tienen sus ideas mezcladas con el mundo real a tal punto que no pueden distinguirlos. Fue el caso de uno de mis críticos, al que lamenté no poder responder públicamente porque eligió un diario para publicar su texto que, a pesar de su apariencia de paladín de la libertad de expresión, se negó a aceptar mi pedido de derecho a réplica, respondiendo con ignominioso silencio a mis mensajes. Mi palabra les debe haber parecido destituyente de los tabúes instituidos.
Es una pena que en la Argentina los que se quejan de la pobreza instrumental del debate actual hayan sido los primeros en cerrarme sus puertas, impidiéndome publicar.
Aprovecho entonces la ocasión para decirle, a quien no supo garantizar mi derecho a réplica por haber publicado donde publicó, que quedé perplejo después de leer sus palabras. Llamarme “extraviado” y decir que “no había descubierto nada nuevo”, ya que la literatura estaba llena de ejemplos como el mío, era una confesión de impotencia para responderme. El había leído mi texto no como un testimonio de vida y compromiso ético con la verdad, sino como tema de la literatura o cosa parecida. Para reforzar su impotencia confesó abiertamente que no me hubiera escrito si no fuese por un representante de la oposición al kirchnerismo que me había elogiado en la Feria del Libro. Su increíble hermenéutica le permitía sin problemas confundir al autor de un libro con uno de sus lectores. ¿Y los otros lectores? En suma, estaba gastando las teclas apenas para responder al gesto de otra persona, no a mí. ¡Qué tristeza!
Pero todas las críticas recibidas fueron útiles, descubrí a través de ellas que mi texto molestaba porque me había atrevido a hablar de algo que era tabú. Demoré en llegar a esa conclusión. Primero creí que la culpa era mía, que no me entendían porque mi escritura era confusa o poco clara. Pero finalmente supe que muchos no me entendían porque tenían obstáculos mentales y comportamentales para hacerlo si me entendiesen sus tótems caerían encima de sus cabezas.
Quien lea atentamente la pequeña nota titulada “La tarea de perdonar lo imperdonable”, que publiqué en ocasión de la muerte de Videla, podrá observar que no lo defiendo en cuanto actor político y tampoco lo elogio como persona. Digo que es un hombre malo y lo comparo con genocidas reconocidos como Hitler y Mao, aun así no son pocos los que me acusan de defenderlo y me llaman “golpista”. El tabú que existe sobre los militares condenados por la represión en los 70 es tal que muchos no pueden siquiera imaginar que ellos también tengan derechos humanos.
Es un axioma aceptado en todo el mundo civilizado que los derechos humanos son universales… o no son. Por eso, a pesar de repudiar los tremendos crímenes de la dictadura, para los cuales siempre reclamé un juzgamiento sin punto final, ni obediencia debida (quien quiera comprobar esto puede leer mis artículos de la época en que estos temas fueron tratados), puedo decir con todas las letras que en la Argentina la política actual de los derechos humanos discrimina a los militares que participaron en el conflicto de los años 70, al igual que a las víctimas asociadas a ellos. Sean niños o soldados conscriptos, esas víctimas no aparecen en los museos de la memoria instituidos y, cuando sus nombres se encuentran inscriptos en algún otro lugar éste desaparece hasta los cimientos (como fue el caso del monumento a los caídos en el combate de Machalá). Ni siquiera les es permitido a los militares condenados el derecho que siempre tuvieron todos los presos, en las cárceles comunes del Sistema Penitenciario Federal, de estudiar en la UBA (el Consejo Superior de la UBA les negó ese derecho por unanimidad).
No existe la menor duda de que los militares son discriminados y estigmatizados. Basta ver que no existe ninguna acusación pública registrada en la memoria oficial o en la Justicia contra los jefes de los Montoneros y del ERP, así como contra Perón, Isabel Perón y varios otros líderes políticos y sindicales del peronismo, que fueron los grandes responsables por el comienzo de las graves violaciones a los derechos humanos (registrada por la memoria oficial como “terrorismo de Estado”) ocurridas durante el período constitucional-democrático de 1973 a 1976. En la Argentina de hoy los militares se quedaron con todas las culpas por la violencia política y sin derechos humanos, el resto de la sociedad se quedó con los derechos humanos y sin culpa. Esta es la perversa ecuación que está por detrás del tabú de Videla.
Todos aquellos que colocan frenos a mi libertad de expresión lo hacen porque quieren continuar siendo “inocentes” y echándoles la culpa a los “otros” de todos los males argentinos. Los “otros” de nuestro pasado son hoy los militares, mañana pueden ser los kirchneristas, digo esto para que se sepa que en esa ecuación perversa todos pueden entrar alguna vez si la Nación continúa como está, sin verdad y sin reconciliación.
No faltarán quienes crean que en la Argentina los que colocan límites a la libertad de expresión son los kirchneristas, así como tampoco faltarán los que crean lo contrario, que son los anti-kirchneristas (siempre los otros).
Ambos están equivocados. En nuestro infeliz país los tabúes son compartidos por la amplia mayoría del pueblo sin diferenciar ideologías o creencias. Mis comentarios sobre la oportunidad perdida de los argentinos, por no saber ir más allá de la Justicia y sentir la compasión necesaria para que un Videla senil no tuviera la mala muerte que tuvo, produjeron un repudio unánime de los representantes de los partidos políticos presentes en la Legislatura porteña. Esos legisladores, con fecha del 23/05/13, emitieron una declaración de repudio a mi artículo sobre Videla. Para mostrar a la opinión pública cuán equivocado yo estaba por atreverme a “defender” a Videla, los legisladores decidieron hacer un “reconocimiento por los avances en materia de Memoria, Verdad y Justicia que permiten hoy que los responsables del terrorismo de Estado estén siendo juzgados y cumplan sus condenas en cárcel común”. Nada más claro para afirmar en las entrelíneas el deseo de que todo siga igual, que continuemos culpando únicamente a los militares por toda la violencia del pasado.
La misma Legislatura que me atacó para defender los tabúes instituidos aprobaría una semana después una ley de defensa irrestricta de la libertad de expresión. Cualquier coincidencia de los hechos y personajes mencionados en este artículo con un sainete criollo puede no ser casual.
*Politólogo. Miembro del Consejo Académico del Centro para la Apertura y el Desarrollo de América Latina (CADAL). Ex integrante de Montoneros.
La impresión que me queda después de incursionar un poco por el espacio público argentino es que existen líneas más o menos invisibles que no se deben pasar si un ciudadano quiere ejercer con tranquilidad su derecho a opinar. Esas líneas separan aquello sobre lo cual se puede hablar de los tabúes. A seguir doy un ejemplo.
El año pasado escribí un texto titulado: “Un testamento de los años 70”. Primero fue publicado en un sitio de internet y después como libro, con algunos agregados. Cuando lo escribí no sabía bien cuál sería su grado de importancia y originalidad, pero rápidamente percibí su potencial. No había escrito un texto justificado en las utopías literarias y filosóficas que habían nutrido a mi generación, mi experiencia era asumida con nombre y apellido, así como mis interpretaciones. Mi discurso no aparecía despegado de los hechos, sino colado a ellos. Para completar asumía mi responsabilidad y pedía perdón. Todo eso junto resultó ser una novedad absoluta en Argentina.
Decenas de lectores me escribieron para felicitarme, hubo quienes me dijeron que mi texto los ayudaba a ser mejores y tampoco faltaron las críticas de algunos que, de tanto leer, tienen sus ideas mezcladas con el mundo real a tal punto que no pueden distinguirlos. Fue el caso de uno de mis críticos, al que lamenté no poder responder públicamente porque eligió un diario para publicar su texto que, a pesar de su apariencia de paladín de la libertad de expresión, se negó a aceptar mi pedido de derecho a réplica, respondiendo con ignominioso silencio a mis mensajes. Mi palabra les debe haber parecido destituyente de los tabúes instituidos.
Es una pena que en la Argentina los que se quejan de la pobreza instrumental del debate actual hayan sido los primeros en cerrarme sus puertas, impidiéndome publicar.
Aprovecho entonces la ocasión para decirle, a quien no supo garantizar mi derecho a réplica por haber publicado donde publicó, que quedé perplejo después de leer sus palabras. Llamarme “extraviado” y decir que “no había descubierto nada nuevo”, ya que la literatura estaba llena de ejemplos como el mío, era una confesión de impotencia para responderme. El había leído mi texto no como un testimonio de vida y compromiso ético con la verdad, sino como tema de la literatura o cosa parecida. Para reforzar su impotencia confesó abiertamente que no me hubiera escrito si no fuese por un representante de la oposición al kirchnerismo que me había elogiado en la Feria del Libro. Su increíble hermenéutica le permitía sin problemas confundir al autor de un libro con uno de sus lectores. ¿Y los otros lectores? En suma, estaba gastando las teclas apenas para responder al gesto de otra persona, no a mí. ¡Qué tristeza!
Pero todas las críticas recibidas fueron útiles, descubrí a través de ellas que mi texto molestaba porque me había atrevido a hablar de algo que era tabú. Demoré en llegar a esa conclusión. Primero creí que la culpa era mía, que no me entendían porque mi escritura era confusa o poco clara. Pero finalmente supe que muchos no me entendían porque tenían obstáculos mentales y comportamentales para hacerlo si me entendiesen sus tótems caerían encima de sus cabezas.
Quien lea atentamente la pequeña nota titulada “La tarea de perdonar lo imperdonable”, que publiqué en ocasión de la muerte de Videla, podrá observar que no lo defiendo en cuanto actor político y tampoco lo elogio como persona. Digo que es un hombre malo y lo comparo con genocidas reconocidos como Hitler y Mao, aun así no son pocos los que me acusan de defenderlo y me llaman “golpista”. El tabú que existe sobre los militares condenados por la represión en los 70 es tal que muchos no pueden siquiera imaginar que ellos también tengan derechos humanos.
Es un axioma aceptado en todo el mundo civilizado que los derechos humanos son universales… o no son. Por eso, a pesar de repudiar los tremendos crímenes de la dictadura, para los cuales siempre reclamé un juzgamiento sin punto final, ni obediencia debida (quien quiera comprobar esto puede leer mis artículos de la época en que estos temas fueron tratados), puedo decir con todas las letras que en la Argentina la política actual de los derechos humanos discrimina a los militares que participaron en el conflicto de los años 70, al igual que a las víctimas asociadas a ellos. Sean niños o soldados conscriptos, esas víctimas no aparecen en los museos de la memoria instituidos y, cuando sus nombres se encuentran inscriptos en algún otro lugar éste desaparece hasta los cimientos (como fue el caso del monumento a los caídos en el combate de Machalá). Ni siquiera les es permitido a los militares condenados el derecho que siempre tuvieron todos los presos, en las cárceles comunes del Sistema Penitenciario Federal, de estudiar en la UBA (el Consejo Superior de la UBA les negó ese derecho por unanimidad).
No existe la menor duda de que los militares son discriminados y estigmatizados. Basta ver que no existe ninguna acusación pública registrada en la memoria oficial o en la Justicia contra los jefes de los Montoneros y del ERP, así como contra Perón, Isabel Perón y varios otros líderes políticos y sindicales del peronismo, que fueron los grandes responsables por el comienzo de las graves violaciones a los derechos humanos (registrada por la memoria oficial como “terrorismo de Estado”) ocurridas durante el período constitucional-democrático de 1973 a 1976. En la Argentina de hoy los militares se quedaron con todas las culpas por la violencia política y sin derechos humanos, el resto de la sociedad se quedó con los derechos humanos y sin culpa. Esta es la perversa ecuación que está por detrás del tabú de Videla.
Todos aquellos que colocan frenos a mi libertad de expresión lo hacen porque quieren continuar siendo “inocentes” y echándoles la culpa a los “otros” de todos los males argentinos. Los “otros” de nuestro pasado son hoy los militares, mañana pueden ser los kirchneristas, digo esto para que se sepa que en esa ecuación perversa todos pueden entrar alguna vez si la Nación continúa como está, sin verdad y sin reconciliación.
No faltarán quienes crean que en la Argentina los que colocan límites a la libertad de expresión son los kirchneristas, así como tampoco faltarán los que crean lo contrario, que son los anti-kirchneristas (siempre los otros).
Ambos están equivocados. En nuestro infeliz país los tabúes son compartidos por la amplia mayoría del pueblo sin diferenciar ideologías o creencias. Mis comentarios sobre la oportunidad perdida de los argentinos, por no saber ir más allá de la Justicia y sentir la compasión necesaria para que un Videla senil no tuviera la mala muerte que tuvo, produjeron un repudio unánime de los representantes de los partidos políticos presentes en la Legislatura porteña. Esos legisladores, con fecha del 23/05/13, emitieron una declaración de repudio a mi artículo sobre Videla. Para mostrar a la opinión pública cuán equivocado yo estaba por atreverme a “defender” a Videla, los legisladores decidieron hacer un “reconocimiento por los avances en materia de Memoria, Verdad y Justicia que permiten hoy que los responsables del terrorismo de Estado estén siendo juzgados y cumplan sus condenas en cárcel común”. Nada más claro para afirmar en las entrelíneas el deseo de que todo siga igual, que continuemos culpando únicamente a los militares por toda la violencia del pasado.
La misma Legislatura que me atacó para defender los tabúes instituidos aprobaría una semana después una ley de defensa irrestricta de la libertad de expresión. Cualquier coincidencia de los hechos y personajes mencionados en este artículo con un sainete criollo puede no ser casual.
*Politólogo. Miembro del Consejo Académico del Centro para la Apertura y el Desarrollo de América Latina (CADAL). Ex integrante de Montoneros.
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El que sigue es el artículo aparecido en LA NACION que disparó la indignación de los pseudodemócratas de utilería a los que se refiere Leis.
Opinión
La tarea de perdonar lo imperdonable
Por Héctor Ricardo Leis | Para LA NACION
Sería posible imaginar que desde 1930 la mayoría de los militares argentinos fuese golpista, pero sería imposible pensar que todos fuesen potencialmente genocidas. Su comportamiento en los años 70 debe ser explicado a partir de acontecimientos en los cuales participará, de un modo u otro, el resto de la sociedad argentina. ¿Por qué esta verdad tan obvia todavía no se acepta?
Como comenta Tzvetan Todorov: "La diferencia entre verdugos y víctimas no reside en la naturaleza biológica de los individuos, no existe un código genético específico de los asesinos. (...) Sin embargo, nos cuesta bastante aceptar la identidad de naturaleza entre los grandes asesinos y nosotros. Preferimos pensar que Hitler o Mao [o Videla] son monstruos extraños a la especie humana y fingimos más incomprensión de la que sentimos en realidad".
Jacques Derrida define el perdón como la tarea imposible de perdonar lo imperdonable. A pesar de eso, él admite la posibilidad del perdón, perturbando así el curso previsible de la historia. Aun reconociendo que el perdón tiene un lado que puede relacionarse con la ley y la política, existe otro lado absolutamente íntimo y secreto que no permite cualquier negociación y que excede a la política.
Ese lado transpolítico produce consecuencias políticas, en la medida en que se inscribe en una red de sentido universal, propia de la condición humana. No obstante su improbabilidad, estoy convencido de que el perdón debe acompañar a la Justicia como la esperanza más concreta en la lucha contra todos los tipos de terrorismo.
Los argentinos perdimos la oportunidad de hacernos un bien a nosotros mismos, al no saber perdonar a un Videla anciano para que muriese en paz en su casa, junto a su familia.
Que alguien haya sido un hombre malo no autoriza a un hombre bueno a ser injusto con él. Ese fue precisamente el crimen atroz de Videla y sus compañeros, que creyeron que sus enemigos eran hombres malos y decidieron matarlos cruelmente.
Espero que la mala muerte de un hombre malo nos sirva para pensar en una justicia mejor para los responsables por los crímenes de los años 70.
sábado, junio 08, 2013
ANECDOTAS DE PALACIO
En el
portal LA POLITICA ON LINE leemos que la guerra de Cristina Kirchner con Horacio
Verbitsky no termina.
Debido a los veleidosos cambios de humor de la presidente, quien ayer era un cercano
colaborador, hoy es un enemigo.
Ahora
le tocó el turno a Horacio Verbisty (a) El perro, integrante de varias asociaciones
armadas de los años setenta entre ellas Montoneros.
Es difícil
decir cuál ha sido el punto de quiebre de esta fructífera amistad. Quizá la Guerra Santa de Verbitsky contra la Iglesia Católica ha convertido al ministro en las sombras en
molesto y, por lo tanto, disponible; ahora que Kirchner quiere acercarse
al Papa. Tal vez la incapacidad de Kirchner para librar la batalla de la
tolerancia puso al perro faldero del otro lado de la barricada. Verbisty se negó
a suavizar el tono en lo que cree su verdadero propósito sobre la tierra:
denunciar los delitos de la Iglesia, los ciertos y los imaginarios.
Como
sea, la verdad es que Verbistky resulta inconveniente para los rumbos que ha
tomado la Casa Rosada y en virtud de que se niega a cambiar, ha salido eyectado
de las cercanías del Poder y con él, sus protegidos. Dos de ellos, funcionarios
del Ministerio de Defensa, fueron removidos en los últimos días luego de que
la Ministro Garré consiguio finalmente la autorización para renunciar.
También
dice el La Política On Line que durante la jura y toma de posesión del cargo
del nuevo ministro de defensa, Agustín Rossi, los dos funcionarios que iban a
ser eyectados, notaron que algo no andaba bien: “nadie los saludaba”.
Apenas
un detalle en la vorágine de la vida política argentina pero indicativo de las
formas y modos del gobierno kirchnerista.
Cuando
una animal se encuentra enfermo y próximo a morir el resto de la fauna,
incluyendo sus parientes más próximos, se aleja. En la sabiduría de la
naturaleza los sanos no se mezclan con los enfermos.
Ni
siquiera el saludo se merecen los apestados del gobierno, que han contraído la
seria enfermedad del disfavor presidencial. Apestados que, pocos días antes,
fueron amigos o conocidos.
Esta
anécdota del saludo no es nueva. Son muchos los ex-funcionarios que relatan con
amargura que sus antiguos camaradas, colegas, amigos no los saludan cuando caen
en desgracia con la presidente y su modelo.
Nuestros
héroes de mayo combatieron, sangraron, pusieron su vida en riesgo para que las
siguientes generaciones fueran libres o, al menos, para que la idoneidad fuera
la base del ingreso al cargo público y no los caprichos reales ni las intrigas
palaciegas.
Mucho
ha destruido este gobierno entre lo que se encuentra la dignidad de los que
aspiran a ocupar un lugar a los pies del poder. viernes, junio 07, 2013
En el día del periodista.
En Bernardo Neustadt quiero homenajear a todos los periodistas de raza.
Murió el día del periodista, como Alfredo Solari murió el día en que se recuerda a las víctimas del terrorismo, verdades y consecuencias que a veces tiene la vida.
Neustadt fue un periodista que no tuvo miedo de ir contra el conformismo de los empleaditos cejijuntos del Foro de Sao Paulo.
No te olvidamos.
martes, junio 04, 2013
HOMENAJE AL TERRORISMO EN UN COLEGIO DE CORDOBA
http://www.laprensapopular.com.ar/10079/derechos-humanos-homenaje-al-terrorismo-en-un-colegio-de-cordoba
En un establecimiento educativo de Córdoba, se rinde homenaje a un terrorista del Ejército Revolucionario del Pueblo que participó del ataque a la Fábrica Militar de Villa María, que terminó en el secuestro y posterior asesinato del Coronel Argentino del Valle Larrabure.
Imperdible investigación del periodista rosarino David Rey.
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