“Sólo Cámpora pudo nombrar a este pelotudo de ministro del Interior”. “El escarmiento. La ofensiva de Perón contra Cámpora y los Montoneros. 1973-1974”.Juan B. Yofre.
La frase es atribuida a Perón respecto del Ministro del Interior de Cámpora, Esteban Justo Righi, (a) el “Bebe”, actual Procurador General de la Nación y jefe de los funcionarios estatales que sobreactúan la vendetta judicial contra los que vencieron al terrorismo subversivo.
Érase una vez, un país en el que la Cenicienta quería ser reina, las abuelitas querían ser lobos y los dinosaurios marchaban torpes, posando más o menos de unicornios.
En ese país artificial, la herramienta de Perón para volver a la Presidencia bien pudo adquirir vida propia, como si un díscolo pararrayos reclamara el control de las noches estrelladas, de las tardes con sol. Un sinsentido.
“El tío” Campora preparó el regreso de Perón. Fue elegido por el mismo Perón y desechado de inmediato, consumada la tarea. Desechado, dígase de una vez, de mal modo y con disgusto, sin gratitudes ni diplomas. Despedido por la puerta de atrás. Perón estaba disgustado con Cámpora por sus contactos con la izquierda, su incapacidad para controlar la violencia y porque ya no le servía. Tampoco Cámpora pensó jamás, dígase también, enfrentar a Perón. Cedió sumisamente a su destino de herramienta del regreso de Perón.
Los peronistas culposos, perfilados por Asís, (léase gatopardistas izquierdosos) que usan a Perón para ganar elecciones rescatan el nombre de Cámpora para diferenciarse de Perón. Lo invocan como una suerte de coartada; le apuntan a Perón desde su propia tropa, desde la propia y la vereda de enfrente.
El relato… En esa patria postiza los camporistas se adueñaron del relato que no es otra cosa que el “érase una vez” y el “colorín colorado…”, un cuento. El cuento que es real mientras dure el relato, junto al fogón o en la mullida cama, después de los rezos de los niños.
El relato de diversas formas y colores. El patriótico, el biográfico, el político, el estético. El cuento de El Tío.
De derecha a izquierda el primero es Righi, a su lado Cámpora. El resto, miembros de Montoneros.
El relato narra que miles de “jóvenes idealistas” se alzaron contra una dictadura, en defensa de la democracia, de la proteína en la dieta de los pobres, de los pueblos originarios, del aborto libre, seguro y gratuito, de los derechos de tercera generación que no eran conocidos todavía pero que pronto serán ingresados al relato y habrán estado allí desde siempre.
Continúa con miles de jóvenes masacrados para imponer un modelo, un distinto relato: la economía de mercado. Desaparecidos, violados y violadas, arrojados desde aviones al mar, todavía vivos. Treinta mil.
Si hasta el ministro camporista que concitó el exabrupto de Perón fue un “desaparecido” según el relato.
Inconsistencias del Pensamiento, Unico, Oficial.
Con el número de CONADEP 4320, Esteban Justo Righi, el “Bebe”, figura desaparecido sin mayores datos de su paso por los centros clandestinos de detención. Será porque, en verdad, marchó rumbo al exilio, a México, en pleno gobierno de Perón (1973) y permaneció allí hasta que en 1983 volvió la democracia. El relato todavía no ideó Centros Clandestinos de Detención en el extranjero.
Hoy, el “Bebe” es el jefe de los fiscales que acusan los delitos de “lesa humanidad”. Antes, había sido el Ministro del Interior bajo cuya cartera se abrieron las cárceles liberando los terroristas que desataron la violencia setentista.
Los listados de la CONADEP comenzaron a confeccionarse en el año 1984, casi al mismo tiempo que el “Bebe” volvía de México. ¿Ignoraba Righi que se encontraba en esas listas? ¿Sus parientes o amigos denunciantes, ignoraban que pasó diez años en México y que volvió en el 84, para enseñar Derecho Penal en la UBA?
En algún punto, el relato se vio cara a cara con la realidad y tuvieron que retocar las listas de “desaparecidos” para evitar una colisión frontal que provocara un cataclismo. Es que la realidad, por poca prensa que disfrute, tiene ese efecto sobre el relato cuando lo choca de frente; lo pulveriza.
De esa forma aparecieron las listas “revisadas” de las que -además del “Bebe”- desaparecieron (valga la redundancia) varios “desaparecidos”: una Ministro de la Corte, un Juez provincial de Buenos Aires, uno de los hijos de Hebe de Bonafini, entre otros.
Sí. Más allá de las leyendas urbanas, que no son otra cosa que relatos, uno de los hijos de Hebe de Bonafini apareció. Aleluya! El hijo de Hebe volvió a casa.
En los listados originales de la CONADEP, Bonafini tenía dos hijos “desaparecidos”, Raul y Jorge: denuncias Nº 602 y 603. En los listados “revisados” de la CONADEP (revisados veinticinco años después), sólo Raúl permanece “desaparecido”, Jorge ya no figura. Ninguna explicación se ha deslizado pero no existe margen para error, el que figuraba no figura. Fue borrado junto a otros tantos chascos ostentosos.
Antes de que los dramaturgos del relato nos llamen de esas formas chistosas: “apologistas del proceso”; “negacionistas del holocausto”, aclaramos que esto no es más que información oficial.
JORGE OMAR BONAFINI YA NO FIGURA COMO “DESAPARECIDO”.
Sin embargo, Hebe sigue hablando en plural: “sus hijos”. Raúl, resta aparecer, aunque según la denuncia de Schoklender ante el juzgado de Oyarbide, apareció en alguna otra lista menos oficial de un Banco de Asturias, al que se envía dinero desde cierta financiera de la Av. Córdoba. Pero esa... esa es otra historia.
Lo cierto es que Jorge Omar Bonafini ya no figura como “desaparecido”.
Si yo, ciudadana de a pie lo conozco, el periodismo, ¿no lo sabe? ¿Por qué dejaron que Hebe nos mintiera más de veinte años y la desenmascaran ahora, que también le apuntan a los Kirchner? ¿Por qué insisten con la novela de los treinta mil si el número es visiblemente menor y más dudoso?
Ahora el periodismo teme que vengan por ellos, porque los dejaron afuera del relato, en la banquina del cuento del tío. Buscan nuestra simpatía pero... ¿cuándo el periodismo argentino estuvo de nuestro lado? Cuando nos informó a los ciudadanos con objetividad? ¿Cuándo el periodismo argentino se hizo eco de nuestras preferencias, nuestros miedos, nuestras tendencias de pensamiento, si tañen el parche sólo por los derechos humanos de un sector? ¿Si ignoran el aniversario del crimen de Larrabure o del copamiento del Regimiento de Infantería de Monte? ¿Cuándo el periodismo reflejó nuestro pensamiento si llaman a Fidel presidente y a Videla dictador? ¿Si pintan a Patti como criminal y a Bonasso como ecologista?¿Cuándo le dieron lugar a los periodistas que reflejan el pensamiento argentino, si el 90% de los periodistas que trabajan en los medios son de izquierda y sólo el 5% del electorado lo es? ¿Por qué si un pobre tipo se defiende en un asalto lo llaman “Justiciero” para que las autoridades tengan que caerle encima? Tampoco hablaron nunca claramente sobre los negocios de Bonafini o de Carlotto, que bien los conocen. Lo hacen ahora cuando que ya sienten que golpean a su puerta.
DE GRAMSCI A CLARIN.
Los medios periodísticos han seguido durante décadas el mandato gramsciano destruyendo el estilo de vida que los argentinos elegimos como Nación.
Ahora nosotros debemos solidarizarnos con la persecución que el kirchnerato ha emprendido contra ellos. ¿Por qué? Si fueron socios de los Kirchner hasta que el alacrán les picó la espalda.
El periodismo, salvo honrosas excepciones (que han sufrido la persecución mucho antes que los multimedios), nos quiso imponer un falso relato; un relato que ahora viene por ellos.
Este gobierno está decidido a reescribir su pasado de conformistas usureros por uno de héroes de la resistencia, por “juristas” detenidos “varias veces” (Der Spiegel 3/09/10 ) y, ¿por qué no? Próceres de mármol. Reinventándose como los salvadores del caos del 2001, saben que el argentino teme más al caos que a la tiranía. Todo el que ahora esté contra esta burbuja será un terrorista, un fascista, un nazi, tendrá mal aliento y padecerá de hemorroides.
Saben que el relato es impunidad, es borrar delitos y faltas y atribuírselos a otros. Reescribir el pasado y prometer un futuro imposible, postergable, colgado de un arco iris de utilería, que siempre estará allí mas siempre lejos.
Medios hegemónicos, monopólicos, genocidas, gorilas...bienvenidos a este lado del relato.
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