domingo, abril 28, 2013

EL ASESINATO DEL JUEZ JORGE VICENTE QUIROGA; UNA HISTORIA ARGENTINA.


Hoy, 28 de abril de 2013 se cumplen 39 años del asesinato del juez Jorge Vicente Quiroga.
¿Qué se puede agregar que no haya sido dicho en todos estos años? si hasta le han dedicado placas que luego ordenaron desmontar.
Igual que el monumento a los Bravos de Manchalá, el busto de Villar, los nombres de las escuelas de policía, con el retiro de la placa de Quiroga se pretende borrar de la memoria colectiva que los “jóvenes idealistas” mataban gente. Que los militares y policías que combatieron la subversión no se levantaron una mañana de mal humor y empezaron a perseguir activistas sociales, educadores, sindicalistas.
Los “Jóvenes idealistas” mataban...y vaya que lo hacían sin asco.

El Juez Quiroga había sido miembro de la Cámara Federal en lo Penal, sala 3 que condenó múltiples actos terroristas hasta 1973.

Dice el libro "El Revés de la Toga" del Dr. Rafael Sarmiento “No le tembló la mano al Dr. Quiroga cuando tuvo que firmar las sentencias de estos criminales, a pesar de las constantes amenazas contra su vida que recibía. Fue un prestigioso juez, valiente como pocos y un hombre de bien, que honró al Poder Judicial y al país”.

La Cámara llamada despectivamente por los filoterroristas “el camarón” fue disuelta durante el bochornoso gobierno de Héctor Cámpora el 26 de mayo de 1973, al día siguiente en que se abrieron las cárceles que volvieron a dejar libres a los terroristas.

Dos de esos terroristas liberados el día anterior fueron los que asesinaron al Juez, luego de secuestrar y torturar a un funcionario judicial de “el camarón”, el Dr. Blanco, para conocer los movimientos y costumbres de Quiroga.

Después de un mes de torturas sobre Blanco, los asesinos Marino Amador Fernández y  Raúl  Argemí supieron que el Juez Quiroga solía ir al fútbol casi todos los domingos con su amigo el Dr. Horacio Esteban Rébori. Ese domingo 28 de abril de 1974, un domingo como el día de hoy,  lo esperaron cerca del domicilio de Rébori y le dispararon desde una moto, sin darle ninguna oportunidad.
Jóvenes idealistas.

Pero aquí no termina la historia.

Algún transeúnte indignado anotó la patente de la moto en la que se conducían Fernández y Argemí gracias a lo cual fueron capturados. Pasaron varios años en prisión hasta que en el 84, por el cómputo del 2 X 1 de Alfonsín  quedaron prematuramente en libertad.

La placa que recordaba a Quiroga en la Cámara Federal, en Viamonte al 1100 decía

"Jorge Vicente Quiroga. Secretario, Fiscal y Juez de la Nación. Administró Justicia con prontitud ejemplar. Integró la Cámara Federal en lo Penal hasta su disolución el 26 de mayo de 1973. Fue asesinado por delincuentes terroristas el 28 de abril de 1974".

Pero tampoco aquí termina la historia porque las historias en Argentina nunca tienen un final, ni bueno ni malo, ni feliz ni infeliz; continúan hasta el hartazgo.
Esa humilde placa que recordaba al Juez Quiroga fue retirada a pedido del sindicato de empleados judiciales que con Julio Piumato a la cabeza, fue parte del corso kirchnerista. Acompañaron al kirchnerismo hasta que Piumato quedó fuera de las listas de diputados de ese partido. Allí el sindicato comenzó a tomar un cariz más crítico hacia las políticas oficiales pero la placa ya había sido retirada.

Y sin embargo la historia tampoco termina allí porque en el año 1983, cuando volvió una pseudodemocracia de utilería, muchos de estos jóvenes idealistas fueron indemnizados. También lo fueron Marino Amador Fernández y Raúl Argemí  por haber ido a prisión por asesinar a un Juez de la Nación. El expediente que otorgó la indemnización a Raúl Argemí fue el 948/1994. No tenemos el número de expediente de Fernández pero sabemos bien que fue indemnizado porque en este país en que las historias nunca terminan, esta historia tampoco termina aquí.

Marino Amador Fernandez, vecino del oligarca barrio de Palermo, recibió su indemnización en títulos de deuda pública en dólares. Si, señoras y señores, estos jóvenes idealistas, revolucionarios, fueron indemnizados como las demás "víctimas de la dictadura" con deuda pública que la Nación contrajo en dólares para abonar los miles y miles de millones que le expoliaron.

Pero allí tampoco termina la historia porque esos títulos de deuda pública que la Nación emitió para pagar en dólares a los jóvenes idealistas fueron pesificados compulsivamente  en el año 2002, cuando la debacle política de nuestro país tuvo su eco en la economía.

El vecino de Palermo (Araoz 1653 piso 5 D) Marino Amador Fernández interpuso un amparo, como muchos otros jóvenes idealistas que cobraron en deuda pública, como muchos –también- otros tantos ahorristas comunes y corrientes que furibundos, salieron a protestar con sus cacerolas. No sabemos si Fernández también salió a cacerolear. Si sabemos que lo mismo le pasó a muchos "detenidos-desaparecidos", deudos y otras yerbas que cobraron sus indemnizaciones en deuda pública. Hasta se montaron estudios jurídicos especializados en amparos contra la pesificación de estas indemnizaciones.

Lo que sí sabemos es que el amparo fue rechazado por la nueva Corte Suprema de Justicia de la Nación a instancias de un dictamen desfavorable del Procurador General de la Nación Esteban Justo Righi, el mismo que tres décadas antes había abierto las cárceles sin esperar la ley de amnistía que liberó a Fernández y a Argemí. Righi y la nueva Corte kirchnerista, en lo que se conoció como el precedente “Galli”, pesificó los títulos de deuda pública que la Nación le debía a los jóvenes idealistas entre otros, a Fernández y Argemí.

Ladrón que roba a un ladrón...

Terminamos provisoriamente esta historia con Raul Argemí,  con la reseña de una carrera medianamente exitosa en la novela negra. Argemí hoy mata gente de ficción en Barcelona, donde parecen no conocer demasiado su pasado terrorista.

Una historia argentina a la que no le falta su gracia, su ironía, su contradicción y que sería muy divertida si no
girara en torno al cobarde asesinato de un hombre desarmado, un juez, padre, esposo, amigo...



2 comentarios:

jorge dijo...

Paciencia: cuando esta pesadilla termine se podrán volver a colocar testimonios recordatorios como este. Efectivamente, el erpiano Argemí que conducía la moto vive magníficamente en Barcelona, al igual que Firmenich.
El secretario general del Partido Socialista Obrero Español, Felipe González, siendo presidente del gobierno concedió la nacionalidad española a CIENTOS de terroristas argentinos homicidas, cedió a Montoneros una Casa Montonera en el barrio residencial Puerta de Hierro, y contrató como secretaria privada a la asesina montonera Silvia Tonchinsky. Por no hablar de los negocios que hizo y sigue haciendo con su socio, homicida montonero y actual embajador argentino en España, Carlos Bettini .

jorge dijo...

Lamentablemente, la placa de homenaje repetía un error (¿error?) habitual en este tipo de recordatorios: Decir "delincuentes terroristas" sin identificar a la organización, es este caso el ERP, es no decir nada. Estos "errores" producen una estúpida ambigüedad que favorece al Relato K de los setenta: que no hubo terrorismo ni guerra revolucionaria.
Todos los años ocurre lo mismo en los aniversarios del Reg. 29º de Formosa. Nunca se nombra a Montoneros en los discursos del Coronel de turno, sino que se alude a los atacantes como: "miembros de una organización subversiva".