Hoy, 28 de abril de 2013 se cumplen 39 años
del asesinato del juez Jorge Vicente Quiroga.
¿Qué se puede agregar que
no haya sido dicho en todos estos años? si hasta le han dedicado placas que
luego ordenaron desmontar.
Igual que el monumento a
los Bravos de Manchalá, el busto de Villar, los nombres de las escuelas de
policía, con el retiro de la placa de Quiroga se pretende borrar de la memoria
colectiva que los “jóvenes idealistas” mataban gente. Que los militares y
policías que combatieron la subversión no se levantaron una mañana de mal humor
y empezaron a perseguir activistas sociales, educadores, sindicalistas.
Los “Jóvenes idealistas”
mataban...y vaya que lo hacían sin asco.
El Juez Quiroga había
sido miembro de la Cámara Federal en lo Penal, sala 3 que condenó múltiples actos
terroristas hasta 1973.
Dice el libro "El
Revés de la Toga" del Dr. Rafael Sarmiento “No le tembló la mano al Dr.
Quiroga cuando tuvo que firmar las sentencias de estos criminales, a pesar de
las constantes amenazas contra su vida que recibía. Fue un prestigioso juez,
valiente como pocos y un hombre de bien, que honró al Poder Judicial y al país”.
La Cámara llamada
despectivamente por los filoterroristas “el camarón” fue disuelta durante el
bochornoso gobierno de Héctor Cámpora el 26 de mayo de 1973, al día siguiente
en que se abrieron las cárceles que volvieron a dejar libres a los terroristas.
Dos de esos terroristas
liberados el día anterior fueron los que asesinaron al Juez, luego de
secuestrar y torturar a un funcionario judicial de “el camarón”, el Dr. Blanco,
para conocer los movimientos y costumbres de Quiroga.
Después de un mes de
torturas sobre Blanco, los asesinos Marino Amador Fernández y Raúl Argemí supieron que el Juez Quiroga solía ir
al fútbol casi todos los domingos con su amigo el Dr. Horacio Esteban Rébori. Ese domingo 28 de abril de 1974, un domingo como el día de hoy, lo esperaron cerca del domicilio de Rébori y le dispararon desde
una moto, sin darle ninguna oportunidad.
Jóvenes idealistas.
Pero aquí no termina la
historia.
Algún transeúnte
indignado anotó la patente de la moto en la que se conducían Fernández y Argemí
gracias a lo cual fueron capturados. Pasaron varios años en prisión hasta que
en el 84, por el cómputo del 2 X 1 de Alfonsín quedaron prematuramente en libertad.
La placa que recordaba a
Quiroga en la Cámara Federal, en Viamonte al 1100 decía
"Jorge Vicente Quiroga. Secretario,
Fiscal y Juez de la Nación. Administró Justicia con prontitud ejemplar. Integró la Cámara Federal en lo Penal hasta su disolución el
26 de mayo de 1973. Fue asesinado por delincuentes terroristas el 28 de abril
de 1974".
Pero tampoco aquí termina
la historia porque las historias en Argentina nunca tienen un final, ni bueno
ni malo, ni feliz ni infeliz; continúan hasta el hartazgo.
Esa humilde placa que
recordaba al Juez Quiroga fue retirada a pedido del sindicato de empleados
judiciales que con Julio Piumato a la cabeza, fue parte del corso kirchnerista.
Acompañaron al kirchnerismo hasta que Piumato quedó fuera de las listas de
diputados de ese partido. Allí el sindicato comenzó a tomar un cariz más
crítico hacia las políticas oficiales pero la placa ya había sido retirada.
Y sin embargo la historia tampoco
termina allí porque en el año 1983, cuando volvió una pseudodemocracia de
utilería, muchos de estos jóvenes idealistas fueron indemnizados. También lo
fueron Marino Amador Fernández y Raúl Argemí por haber ido a prisión por asesinar a un Juez
de la Nación. El expediente que otorgó la indemnización a Raúl Argemí fue el
948/1994. No tenemos el número de expediente de Fernández pero sabemos bien que
fue indemnizado porque en este país en que las historias nunca terminan, esta
historia tampoco termina aquí.
Marino Amador Fernandez,
vecino del oligarca barrio de Palermo, recibió su indemnización en títulos de
deuda pública en dólares. Si, señoras y señores, estos jóvenes idealistas,
revolucionarios, fueron indemnizados como las demás "víctimas de la dictadura" con deuda pública que la Nación contrajo
en dólares para abonar los miles y miles de millones que le expoliaron.
Pero allí tampoco termina
la historia porque esos títulos de deuda pública que la Nación emitió para
pagar en dólares a los jóvenes idealistas fueron pesificados
compulsivamente en el año 2002, cuando
la debacle política de nuestro país tuvo su eco en la economía.
El vecino de Palermo
(Araoz 1653 piso 5 D) Marino Amador Fernández interpuso un amparo, como muchos
otros jóvenes idealistas que cobraron en deuda pública, como muchos –también-
otros tantos ahorristas comunes y corrientes que furibundos, salieron a
protestar con sus cacerolas. No sabemos si Fernández también salió a
cacerolear. Si sabemos que lo mismo le pasó a muchos "detenidos-desaparecidos", deudos y otras yerbas que cobraron sus indemnizaciones en deuda pública. Hasta se montaron estudios jurídicos especializados en amparos contra la pesificación de estas indemnizaciones.
Lo que sí sabemos es que
el amparo fue rechazado por la nueva Corte Suprema de Justicia de la Nación a
instancias de un dictamen desfavorable del Procurador General de la Nación
Esteban Justo Righi, el mismo que tres décadas antes había abierto las cárceles
sin esperar la ley de amnistía que liberó a Fernández y a Argemí. Righi y la
nueva Corte kirchnerista, en lo que se conoció como el precedente “Galli”, pesificó los títulos de deuda pública que la Nación le debía a los jóvenes
idealistas entre otros, a Fernández y Argemí.
Ladrón que roba a un
ladrón...
Terminamos
provisoriamente esta historia con Raul Argemí, con la reseña de una carrera medianamente
exitosa en la novela negra. Argemí hoy mata gente de ficción en Barcelona,
donde parecen no conocer demasiado su pasado terrorista.
Una historia argentina a
la que no le falta su gracia, su ironía, su contradicción y que sería muy
divertida si no
girara en torno al
cobarde asesinato de un hombre desarmado, un juez, padre, esposo, amigo...
2 comentarios:
Paciencia: cuando esta pesadilla termine se podrán volver a colocar testimonios recordatorios como este. Efectivamente, el erpiano Argemí que conducía la moto vive magníficamente en Barcelona, al igual que Firmenich.
El secretario general del Partido Socialista Obrero Español, Felipe González, siendo presidente del gobierno concedió la nacionalidad española a CIENTOS de terroristas argentinos homicidas, cedió a Montoneros una Casa Montonera en el barrio residencial Puerta de Hierro, y contrató como secretaria privada a la asesina montonera Silvia Tonchinsky. Por no hablar de los negocios que hizo y sigue haciendo con su socio, homicida montonero y actual embajador argentino en España, Carlos Bettini .
Lamentablemente, la placa de homenaje repetía un error (¿error?) habitual en este tipo de recordatorios: Decir "delincuentes terroristas" sin identificar a la organización, es este caso el ERP, es no decir nada. Estos "errores" producen una estúpida ambigüedad que favorece al Relato K de los setenta: que no hubo terrorismo ni guerra revolucionaria.
Todos los años ocurre lo mismo en los aniversarios del Reg. 29º de Formosa. Nunca se nombra a Montoneros en los discursos del Coronel de turno, sino que se alude a los atacantes como: "miembros de una organización subversiva".
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