jueves, abril 04, 2013

Una "Justicia" de "lesa humanidad" por Mauricio Ortín.





Una “justicia” de “lesa humanidad”


Supóngase que en la Argentina, durante la década del 70, un civil alzado en armas contra el Gobierno constitucional hubiera obtenido una bomba atómica y logrado detonarla en la ciudad de Córdoba, arrasándola. En tal caso, para el Estado argentino, el genocida en cuestión hubiera cometido un delito común y no de “lesa humanidad” y, por ende, dado el tiempo transcurrido, la causa penal habría prescripto. Por lo cual, este hipotético señor hoy estaría disfrutando de su libertad y, seguramente, militando por los derechos humanos que negaba a otros. Repárese también en otro hecho que no se encasilla en la dicha calificación de “lesa humanidad”: el ataque con bomba tipo “vietnamita” a la Superintendencia de Seguridad Federal de la ciudad de Buenos Aires, ocurrido el 2 de julio de 1976, en el que murieron 23 personas y unas 60 resultaron heridas.
Compáreselo con (en este caso sí caratulado por la Justicia) el delito “de lesa humanidad”, supuestamente cometido por el señor Pedro Blaquier y el señor Alberto Lemos dueño y exadministrador del Ingenio Ledesma, respectivamente, por prestar tres camionetas e instalaciones al Ejército Argentino; bienes, estos últimos, que fueron usados para reprimir en “la noche del apagón”.
Confrónteselos con el también delito de “lesa humanidad” (según los jueces) por no denunciar un centro clandestino de detención, perpetrado, supuestamente, por el Dr. Juan Aleman; el cual, siendo funcionario del gobierno de facto, habría visitado al detenido que quiso asesinarlo horas antes, para preguntarle las razones de tal intento. Ni Blaquier, ni Lemos eran funcionarios del Estado. En cuanto al Dr. Aleman, ¿a quién se supone que debía presentar la denuncia? ¿A Zaffaroni, el hoy juez kirchnerista que en la dictadura negaba los derechos del hábeas corpus a los desaparecidos?
A ninguno de estos tres se los acusó por autoría intelectual o material de homicidio alguno. Sin embargo, pasadas ya tres décadas de los delitos supuestamente cometidos, estos no prescriben. Se podría discutir si estos u otros deben o no prescribir con el tiempo.
Lo que, entiendo, no debiera admitir controversia alguna es la apreciación de que asesinar a lo terrorista, colocando bombas en lugares públicos, es mucho más atroz e infame que no denunciar centros clandestinos, prestar vehículos, o mirar para otro lado.
Que la Justicia argentina no lo entienda así es un ignominioso escándalo; sólo superado por el elocuente silencio que al respecto se manifiesta en las facultades de Derecho, las iglesias, los colegios de magistrados, los partidos políticos, la prensa y, en general, la ciudadanía. El sentido de lo que debe ser la Justicia, en la Argentina, se ha convertido en un engendro irreconocible.
Otro ejemplo ilustrativo es la acusación de “lesa humanidad” que se le endilga al papa Francisco. ¿Cómo se puede entender, sino, que Horacio Verbitsky, exjefe de inteligencia de Montoneros, acusado como responsable del homicidio de veintitrés personas por la bomba colocada en la Superintendencia de la Policía Federal, al mismo tiempo que solicita se lo beneficie con la prescripción (concedida) de tan monstruoso e inhumano crimen, tenga el descaro de solicitar la no prescripción de una causa que pretende iniciar contra Bergoglio porque, supuestamente, éste último señaló a dos curas villeros que fueron secuestrados y luego liberados? ¿Eso es justicia, señores jueces? ¿Será que, para ustedes, matar policías es un delito menor y por eso está bien que prescriban? ¿Algo equivalente a matar perros, tal vez?
Prescripción para los que están en el poder y “lesa humanidad” para los que están fuera de él. La convalidación (tácita en la ciudadanía y expresa en los jueces) de semejante y brutal discriminación revela la relación inversamente proporcional según la siguiente ecuación: la prescripción es a los Verbitsky lo que la “lesa humanidad” es a los Blaquier (el papa Francisco se salvó por un pelo)

Para El Tribuno de Salta

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