sábado, febrero 25, 2012

LA ESTABILIDAD DE LA PRESIDENTE CRISTINA

febrero 25, 2012
By Carlos Manuel Acuña


Otra vez se piensa entre los gobernadores en un acuerdo de emergencia institucional. La crisis que avanza es política, económica y de falta de autoridad. Incoherencia en la gestión de gobierno. Cristina tiene problemas de salud. Cómo repercutirá la desaparición de Chávez. Caída de la recaudación fiscal y del empleo. Impacto externo por los desplantes de G. Moreno.

En cualquier país más o menos ordenado, un accidente como el ocurrido hace unas horas sería nada más que eso: un hecho lamentable cuya investigación seguiría su curso natural para determinar causas y responsabilidades para que no se repita. En la Argentina no. En primer lugar, el triste suceso tiene una repercusión que sigue por diversos cauces. La presidente de la República calla pese a que los muertos superan el medio centenar y los heridos se acercan al millar. El gobierno trata de sacarse las responsabilidades de encima e intenta convertirse en querellante para incidir en la causa judicial y de paso defender, si puede, a los concesionarios, que son sus amigos y socios, como se sospecha. Inútilmente, el gobierno busca por todos los medios acallar la repercusión periodística del peor desastre en la materia registrado en todos los tiempos, lo que ya significa una carga difícil de superar, con el irónico agregado de los cercanos discursos presidenciales prometedores de soluciones para la crónica ineficiencia de los transportes argentinos. Nadie olvida los anuncios del tren bala, que son resucitados como una broma trágica y absurda y, a esta altura de las circunstancias, a caballo del incremento de las facturas de los servicios públicos, de la inflación y el aumento del costo de vida, de la dificultad cada vez mayor para la distribución de combustibles, los negociados del vicepresidente Amado (Boudou), elegido a dedo por la misma Cristina, la ampliación del frente de enemigos convertidos en blancos a batir, la inseguridad que profundizó el conflicto en las mismas fuerzas de Seguridad y Policiales, el convencimiento de que la justicia no existe y que el juez Norberto Oyarbide es una figura tragicómica que representa acabadamente la decadencia Argentina y la respuesta -entre otras- que recibió Guillermo Moreno de una empresa alemana en el sentido de que abandonaría el país y se radicaría en el Uruguay, hicieron que la imagen y aceptabilidad del gobierno cayeran estrepitosamente. Lejos están los festejos por la obtención del 54 por ciento en las elecciones y en Olivos se estudia minuto a minuto la evolución de la opinión pública, que ya cayó a menos del 40 por ciento y continúa en picada. ¿Quién puede gobernar en estas condiciones?

No hace mucho -antes que concluyera el año pasado y anunciáramos que éste sería más que difícil- mencionamos la posibilidad de que vuelva a repetirse la formación de una Liga de Gobernadores (medida bien conocida a lo largo de toda nuestra historia) para afrontar una situación inmanejable aún no totalmente concebida por la sociedad, que se aprestaba a los preparativos veraniegos. Recordamos la crisis iniciada el 2001 y buscamos la salida posible a un escenario cada vez más peligroso y ridículo. Hablamos de Máximo transformado en una especie de amenaza por su influencia en su madre pese a que es un “cero a la izquierda” sin imaginación ni capacidad de análisis; mencionamos a Hugo Moyano como principal figura opositora y a una oposición política inexistente y, por lo tanto, cómplice en lo que ocurría y ocurrirá; señalamos a Mauricio Macri, que se resiste a reconocerse de derecha pese a que ésta lo vota; evaluamos las confusiones internas en el radicalismo, empeñado en ser la propuesta de una izquierda formal e imposible con el apoyo del socialismo santafecino; dijimos que el campo se preparaba para otro embate y recordamos a “la 125” que provocó la trompeadura de Néstor a Cristina y que casi voltea al gobierno vacilante en una endeblez que no se supo aprovechar; sostuvimos que Cobos se esfumó en el aire, pese al exitoso bloqueo que protagonizó en favor del campo y del país; recordamos que los argentinos nos habíamos convertido en abúlicos de ideas, propuestas e iniciativas, y que la anomia y la anemia eran los signos distintivos de nuestro simple transcurrir decadente; insistimos en que los presos políticos eran una muestra de lo que se había convertido la Argentina invertida y, finalmente, sostuvimos que sólo encontrábamos el vacío por delante.

Ahora esa situación se mantiene, aunque agravada. Hace unas horas, el gobernador de Córdoba, De la Sota, debió ser internado por un pico de presión derivado de la demora “sine die” del Poder Central en remitirle una suma de más de un millar de pesos que se le deben a la provincia para encarar con normalidad los pagos internos, incluyendo sueldos. La prevención y la venganza por su manejo independiente le ganaron, hace rato, la enemistad de la Casa Rosada. Ahora no es para menos, pues De la Sota mantiene preocupadas conversaciones con sus colegas respecto del futuro del país. Inquietos, los gobernadores se resisten al centralismo asfixiante e intercambian ideas acerca de lo que puede suceder. El incremento de las tarifas parece ser un factor precipitante, seguido de los avances de La Cámpora, interpretada por jóvenes avasalladores, inexpertos para ejercer funciones, pero con llegada a los oídos presidenciales a través de Máximo, transformado en una especie de alcahuete amenazante y regordete. Los planes de obras, proyectos y otras medidas administrativas requieren el visto bueno de ministros o funcionarios comprometidos; las negativas de Moreno a autorizar la importación de insumos afectan a provincias que ven crecer la desocupación (aunque sea transitoria) y las quejas empresarias, en tanto algunos legisladores se muestran renuentes en su función representativa ¿gracias a los aumentos recibidos…?

El fin de verano reacomoda la atención en estos problemas, que crecen mientras se vacían los bolsillos de los consumidores. La amenaza de una caída en el suministro eléctrico por falta de mantenimiento se convierte en una realidad acompañada por la disminución en la entrega de combustibles pero ahora, y muy especialmente, por una brusca reducción a partir de enero de los ingresos fiscales. Los números son disimulados por el INDEC y el ministerio de Economía pero las cifras llegan junto con el convencimiento del fracaso del modelo. Al respecto, han surgido dos líneas que ya comenzaron a manifestarse en los medios: una, que mantiene su clásica posición de advertencia por una debacle que se ubicaba en el segundo semestre de este año y que ahora lo anticipa para el primero; otra, más opositora, deriva hacia la izquierda y exige del gobierno una firme orientación en ese sentido. Meditemos sólo un segundo en lo que esto significaría.

Más eclécticos, los gobernadores observan inquietos este panorama, nacido el mismo día en que Cristina resolvió lanzarse a la reelección. Las conversaciones reservadas de Mauricio Macri con Scioli, el salteño Urtubey, De la Sota y otros de peso parecido, buscan un resquicio para observar la oportunidad de una alternativa. Aprecian que la soledad internacional a partir del desenlace venezolano, todavía poco claro, dejará sin rumbo regional a los planes cristinistas, llevará tranquilidad a los otros países del área y a aquéllos que tienen otros intereses en temas específicos como la provisión de minerales estratégicos. También saben los gobernadores que la salud de Cristina Fernández no es buena, está alterada y al menos fue motivo de conversación con un elegido de confianza de su entorno cada vez más reducido. Saben que los proyectos de una izquierda curiosa y elaborada por asesores residentes en Londres, son cada vez más inviables y hasta ridículas y, finalmente, consideran que si avanza un juicio político contra el vicepresidente Boudou, ocurrirá un escándalo de proporciones virtualmente imposibles de sostener, pues ya se preparan contraofensivas que arrastrarán a unos y a otros. Más aún, ya se preparan cañones políticos contra la posible sucesora del trovador rockero, colocada sorpresivamente para ser elegida tercera en la sucesión presidencial. Nos referimos a la mujer de Alperovich, actual gobernador de Tucumán. La presidente provisional del Senado es una persona de carácter, firmemente ligada a un importante sector de la colectividad judía pero sin base política sólida para poder desenvolverse. Los gobernadores lo saben y entienden que cualquier alternativa que se juegue en este difícil escenario, será incierta y carente de dirección. Si llegado el momento Cristina renunciara a la presidencia de la República, esa incertidumbre se acentuaría excepto que el tablero con miras al futuro esté preparado con o sin su consentimiento.
                                                                                         CARLOS MANUEL ACUÑA.
                                                      

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