viernes, abril 18, 2014

Juicio contra Cristo en Pascua (Nota póstuma)





Es sumamente nocivo para una sociedad reemplazar la justicia por la venganza que proviene del odio. Antes de ser ejecutado Jesucristo fue juzgado inicuamente en primera instancia por el Gran Sanedrín presidido por Caifás que lo halló culpable y lo presentó ante Pilatos (segunda instancia) para que éste ratificara o revocara la sentencia dictada.

La venganza contra el hijo de Dios había comenzado el día jueves luego de que tuvo lugar la Última Cena y se llegara Jesús a Getsemaní (Huerto de los olivos), lugar donde fue arrestado por los esbirros de los príncipes de los sacerdotes.

Lo mismo parece suceder con una porción de militares, muchos de ellos ya ancianos, que han sido encarcelados por disposición de una justicia farisaica, no ciega sino cómplice, negándoles derechos humanos básicos: asistencia médica adecuada y la prisión domiciliaria a los mayores de setenta años.

Las pruebas que han sido presentadas en su contra no son claras ni contundentes. Ninguno de ellos hizo otra cosa más que cumplir con órdenes superiores que no podían desobedecer. No obedecer la orden de un superior en aquella época hubiera significado para los ahora acusados un hecho muy grave que equivalía a la misma actitud de cobardía o deserción en tiempo de guerra y la pena de muerte prevista por los reglamentos militares hubiera sido la consecuencia inmediata.

¿Qué soldado o jefe militar le puede discutir al poder que gobierna los actos que manda que se cumplan? ¿Qué militar de aquella época se hubiera atrevido a desafiar al poder que mandaba en ese momento?

Yo me pregunto si algunos de los magistrados que tienen a su cargo causas penales contra militares jubilados, hicieron el servicio militar durante ésa época en que la guerrilla asesinaba alevosamente a cualquier argentino que se interpusiera en su camino de locura y de muerte.

Que se pongan la mano en el corazón los magistrados intervinientes y sin hipocresías se pregunten a sí mismos qué hubieran hecho ellos en lugar de los militares jubilados que están ahora juzgando.

Es muy fácil contestar y titular como violación de los derechos humanos o genocidio a hechos que fueron la respuesta o consecuencia inevitable al “estado de guerra” que las salvajes hordas marxistas-leninistas querían imponer. Los guerrilleros no trepidaron en derramar sangre inocente en pos de una ideología suicida,

Atentaron contra al gobierno constitucional de Juan Domingo Perón quien ordenó la represión y aniquilamiento de los asesinos que él juzgó enemigos de la Patria.

En medio de ese marasmo, su viuda y sucesora en el gobierno contribuía con su incapacidad a empeorar más el estado de locura reinante que, de no ponerle coto las Fuerzas Armadas, el país se hubiera precipitado en el caos. De ahí a su disgregación irreversible como país, había sólo un paso.

Son muchos ahora los hipócritas que se las tiran de juristas y que lo mismo que en tiempos de Jesús, prefirieron la libertad de Barrabás a la de Jesús, al grito de “crucifícale”. Son muchos los que se beneficiaron haciéndose pasar por víctimas cuando en realidad los juzgadores olvidan que nadie es víctima cuando ha sido el asesino que asestó el golpe mortal a una persona desprevenida.

¿Se puede decir con la mano en el corazón que son inocentes víctimas los asesinos que actuaron entre las sombras, poniendo bombas, secuestrando y asesinando a sus víctimas a traición o en las cárceles del pueblo que ellos crearon?

Yo pregunto: ¿el pueblo les autorizó a secuestrar y ajusticiar a sus víctimas? ¿Alguna vez el pueblo los votó y aprobó sus innumerables crímenes?

Estas son las preguntas que deben formularse los magistrados intervinientes para no tener que hacer el triste y vergonzoso papel de Pilatos Judiciales, condenando a hombres que mal o bien tuvieron que cumplir órdenes que no se podían desobedecer fácilmente, sin riesgos de sus propias vidas, hombres que ya fueron condenados de antemano por “los impuros que se hacen los puros”, al decir de Almafuerte.

Son aquellos gobernantes que se cubren con pieles de oveja, pero en realidad son lobos voraces, como dijo Jesús por boca del evangelista. Tienen un doble carácter: por un lado, la maldad del Tribunal de Caifás, y por el otro, son falsos profetas de la paz y el amor.

Quiera Dios que se detenga esta ola de resentimiento y odio de los asesinos que ayer fueron derrotados y ahora son gobierno, dejen de hacerse las víctimas y con una mano en el corazón piensen qué harán cuando les llegue su turno y corran la misma suerte, ¿tendrán quien los defienda?
Guillermo Illuminati

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