La Fundación Ford y la CIA: un caso
documentado de colaboración filantrópica con la policía secreta.
James Petras
Traductor: Germán Leyens
Traductor: Germán Leyens
Introducción
La CIA utiliza fundaciones filantrópicas como
el conducto más efectivo para canalizar grandes sumas de dinero a proyectos de
la Agencia sin alertar a los destinatarios sobre su origen. Desde principios de
los años 50 al presente, la intrusión de la CIA en el campo de las fundaciones
fue y es inmensa. Una investigación del congreso de EE.UU. en 1976, reveló que
cerca de un 50% de las 700 subvenciones otorgadas en el campo de las
actividades internacionales por las principales fundaciones fue financiado por
la CIA (Saunders, pp. 134-135). La CIA considera a fundaciones como Ford
"la mejor y más plausible forma de cobertura para financiamientos
(Saunders 135).1 La colaboración de fundaciones
respetables y prestigiosas, según un antiguo agente de la CIA, permitió que la
Agencia financiara una "variedad aparentemente ilimitada de programas de
acción clandestina que afectan a grupos juveniles, sindicatos, universidades,
editoriales y otras instituciones privadas." (p. 135). Estas últimas
incluyeron a grupos de "derechos humanos" desde comienzos de los años
50 al presente. Una de las "fundaciones privadas" más importantes que
han colaborado con la CIA durante un período prolongado en proyectos
significativos en la Guerra Fría cultural es la Fundación Ford.
Este ensayo demostrará que la conexión entre
la Fundación Ford y la CIA fue un esfuerzo conjunto, deliberado y consciente,
por fortalecer la hegemonía cultural imperial de EE.UU. y debilitar la
influencia política y cultural de la izquierda. Procederemos considerando los lazos
históricos entre la Fundación Ford y la CIA durante la Guerra Fría, examinando
los presidentes de la Fundación, sus proyectos conjuntos, así como sus
esfuerzos comunes en varias áreas culturales.
Antecedentes: La Fundación Ford y la CIA
A fines de los años 50, la Fundación Ford
poseía activos de más de 3 mil millones de dólares. Los dirigentes de la
Fundación estaban completamente de acuerdo con la proyección del poder mundial
en Washington posterior a la Segunda Guerra Mundial. Un destacado erudito de
ese período escribe: "A veces parecía como si la Fundación Ford fuera
simplemente una extensión del gobierno en el área de la propaganda cultural
internacional. La fundación tenía un historial de participación íntima en
acciones clandestinas en Europa, trabajando en estrecha relación con el Plan
Marshall y los funcionarios de la CIA en proyectos específicos."
(Saunders, p. 139). Esto es gráficamente ilustrado por el nombramiento de
Richard Bissell como presidente de la Fundación en 1952. En sus dos años en el
cargo, Bissell se reunió a menudo con el jefe de la CIA, Allen Dulles, y otros
funcionarios de la CIA, en una "búsqueda común" de nuevas ideas. En
enero de 1954, Bissell dejó la Ford para convertirse en asistente especial de
Allen Dulles (Saunders, p. 139). Bajo Bissell, la Fundación Ford (FF) fue la
"vanguardia del pensamiento de la Guerra Fría". Uno de los primeros
proyectos de la Guerra Fría de la FF fue el establecimiento de una
editorial, Inter-cultural Publications, y la publicación de
una revista en Europa: Perspectives, en cuatro idiomas. El
propósito de la FF, según Bissell no era "tanto derrotar a los
intelectuales izquierdistas en el combate dialéctico (sic) como atraerlos,
alejándolos de sus posiciones" (Saunders p. 140). El consejo de dirección
de la editorial estaba totalmente dominado por partidarios de la Guerra Fría.
Ante la potente cultura izquierdista en Europa en el período de la
posguerra, Perspectives no logró atraer lectores y quebró.
Otra revista Der Monat financiada por el Fondo Confidencial de
los militares de EE.UU. y dirigida por Melvin Lasky fue adquirida por la FF,
para darle un aspecto independiente. (Saunders p. 140). En 1954, el nuevo
presidente de la FF fue John McCloy. Era la personificación del poder imperial.
Antes de llegar a ser presidente de la FF, había sido SubSecretario de Guerra,
presidente del Banco Mundial, Alto Comisionado de Alemania ocupada, presidente
delChase Manhattan Bank de Rockefeller, abogado en Wall Street de
las siete grandes compañías petroleras y director de numerosas corporaciones.
Como Alto Comisionado en Alemania, McCloy había provisto coberturas para muchos
agentes de la CIA (Saunders p. 141). McCloy integró a la FF a las operaciones
de la CIA. Creó una unidad administrativa dentro de la FF específicamente para
tratar con la CIA. McCloy dirigió un comité consultivo de tres personas con la
CIA para facilitar el uso de la FF como cobertura y canalización de fondos. Con
esos lazos estructurales, la FF era una de esas organizaciones que la CIA podía
movilizar para la guerra política contra la izquierda antiimperialista y pro
comunista. Numerosos "frentes" de la CIA recibieron importantes
subsidios de la FF. Muchas organizaciones culturales, grupos de derechos
humanos, artistas e intelectuales, supuestamente independientes, auspiciados
por la CIA, recibieron subsidios de la CIA y la FF. Una de las donaciones más
grandes de la FF fue al Congreso por la Libertad de la Cultura organizado por
la CIA, que recibió 7 millones de dólares a principios de los años 60.
Numerosos agentes de la CIA consiguieron empleo en la FF y continuaron la
estrecha colaboración con la Agencia (Saunders p.143).
Desde su origen mismo hubo una estrecha
relación estructural y un intercambio de personal a los niveles más altos entre
la CIA y la FF. Este lazo estructural estaba basado en los intereses imperiales
comunes que compartían. El resultado de esa cooperación fue la proliferación de
una cantidad de revistas y el acceso a los medios de comunicación de masas que
los intelectuales pro-EE.UU. utilizaron para lanzar polémicas vituperantes
contra los marxistas y otros antiimperialistas. El financiamiento de la FF para
esas organizaciones e intelectuales antimarxistas suministraba cobertura legal
para sus afirmaciones de que eran "independientes" de los fondos
gubernamentales (CIA).
El financiamiento de frentes culturales de la
CIA por la FF era importante para reclutar a intelectuales no comunistas a los
que alentaba a que atacaran a la izquierda marxista y comunista. Muchos de
estos izquierdistas no-comunistas pretendieron más adelante que fueron
"engañados," que si hubieran sabido que la FF era una fachada de la
CIA, no le hubieran prestado su nombre y su prestigio. Sin embargo, esta
desilusión de la izquierda anticomunista, no tuvo lugar hasta después de
que las revelaciones sobre la colaboración entre la FF y la CIA fueron
publicadas en la prensa. ¿Eran de verdad tan ingenuos esos socialdemócratas
anticomunistas como para creer que todos esos Congresos en mansiones de lujo y
en hoteles de cinco estrellas en el lago Como, en Paris y en Roma, todas esas
costosas exposiciones de arte y esas brillantes revistas eran simples actos
voluntarios de filantropía? Tal vez. Pero hasta los más ingenuos deben haberse
dado cuenta de que en todos los congresos y revistas el objetivo de la crítica
era el "imperialismo soviético" y la "tiranía comunista" y
los "apologistas izquierdistas de la dictadura": -a pesar de que era
un secreto a voces que EE.UU. intervino para derrocar el gobierno democrático de
Arbenz en Guatemala y el régimen de Mossadegh en Irán y que los derechos
humanos eran masivamente violados por las dictaduras respaldadas por EE.UU. en
Cuba, la República Dominicana, Nicaragua y en otras partes. La
"indignación" y las afirmaciones de "inocencia" de muchos
intelectuales de izquierda anticomunistas después de que se reveló que fueron
miembros de los frentes culturales de la CIA, deben ser tomadas con una buena
dosis de cínico escepticismo. Un prominente periodista, Andrew Kopkind, escribió
sobre un profundo sentido de desilusión con los frentes culturales financiados
por las fundaciones privadas y la CIA. Señaló que: "La distancia entre la
retórica de la sociedad abierta y la realidad del control fue mayor de lo que
alguien se hubiera podido imaginar. Todo el que viajó al extranjero para una
organización estadounidense era, de una u otra manera, testigo de la teoría de
que el mundo estaba dividido entre el comunismo y la democracia y que todo lo
demás constituía una traición. La ilusión del disenso fue mantenida: la CIA
apoyaba a socialistas partidarios de la guerra fría, a fascistas partidarios de
la guerra fría, a negros y blancos partidarios de la guerra fría. La amplitud y
la flexibilidad de las operaciones de la CIA fueron sus principales ventajas.
Pero era una farsa de pluralismo y era extremadamente corruptor."
(Saunders, pp. 408-409). Cuando un periodista estadounidense, Dwight Macdonald,
que era redactor de Encounter (una influyente revista
cultural financiada por la FF y la CIA) envió un artículo criticando la
política cultural y política de EE.UU. el que fue rechazado por los editores,
en estrecha relación con la CIA (Saunders pp. 314-321). En el campo de la
pintura y el teatro, la CIA trabajó con la FF para promover el expresionismo abstracto
contra cualquier expresión artística con contenido social, suministrando fondos
y contactos para exposiciones altamente publicitadas en Europa y que recibieron
reseñas favorables de periodistas "auspiciados". El directorio
entrelazado entre la CIA, la Fundación Ford y el Museo de Arte Moderno de Nueva
York, llevó a una generosa promoción del arte "individualista,"
alejado de la gente - y a un maligno ataque contra los pintores, escritores y
dramaturgos europeos que trabajaban desde una perspectiva realista. "El
expresionismo abstracto," sea cual fuere la intención del artista, se
convirtió en un arma en la Guerra Fría (Saunders, p. 263).
La historia de colaboración y nepotismo entre
la CIA y la Fundación Ford en su promoción de la hegemonía mundial de EE.UU. es
ahora un hecho bien documentado. Queda por ver si esa relación continúa en el
nuevo milenio después de las revelaciones de los años 60. La FF ha hecho
algunos cambios superficiales. Es más flexible en el suministro de pequeños
subsidios a grupos de derechos humanos y a investigadores académicos que a
veces discrepan con la política de EE.UU. No es probable que recluten agentes
de la CIA para que dirijan la organización. Lo que es más importante, es
probable que cooperarán más abiertamente con el gobierno de EE.UU. en sus
proyectos culturales y educacionales, particularmente con la Agencia de
Desarrollo Internacional. La FF ha refinado de cierta manera
su estilo de colaboración con el intento de Washington de lograr la dominación
cultural mundial. Como el FMI, la FF impone condiciones como ser la
"profesionalización" del personal académico y la "mejora de los
estándares". En la realidad, esto se traduce en la promoción del trabajo
científico social basado en las suposiciones, valores y orientaciones del
imperio de EE.UU.; tener profesionales desligados de la lucha de clases y
relacionados con los académicos y funcionarios pro-imperiales de EE.UU.,
partidarios del modelo neoliberal.
En la actualidad, como en los años 50 y 60,
la Fundación Ford financia selectivamente a grupos anti-izquierdistas de
derechos humanos que se concentran en el ataque contra las violaciones de los
derechos humanos cometidas por los adversarios de EE.UU. y se distancian de las
organizaciones de derechos humanos antiimperialistas y sus dirigentes. La FF ha
desarrollado una estrategia sofisticada de financiamiento de grupos de derechos
humanos (GDH) que llaman a Washington a cambiar su política,
mientras denuncian a los adversarios de EE.UU. por sus violaciones "sistemáticas."
La FF apoya a GDH que igualan el terror estatal masivo de EE.UU. con los
excesos individuales de sus adversarios antiimperialistas. La FF financia a DGS
que no participan en las acciones de masas contra la globalización y contra el
neoliberalismo y que defienden a la Fundación Ford como "organización
no-gubernamental" legítima y generosa.
La historia y la experiencia contemporánea
nos dicen algo diferente. En circunstancias en las que un financiamiento de
actividades culturales por Washington se hace sospechoso, la FF llena una
función muy importante en la proyección de las políticas culturales de EE.UU.
como una organización aparentemente "privada," filantrópica y no
política. Los lazos entre los principales funcionarios de la FF y del gobierno
de EE.UU. son explícitos y continuos. Una revisión de los proyectos
recientemente financiados por la FF revela que nunca ha financiado un proyecto
de importancia que contravenga la política de EE.UU.
Presenciamos una importante ofensiva
político-militar de EE.UU. Washington ha presentado la alternativa como
"terrorismo o democracia," igual como durante la Guerra Fría cuando
se trataba de "Comunismo o democracia." En ambos casos, el imperio
reclutó y financió "organizaciones, intelectuales y periodistas de
fachada, para atacar a sus adversarios antiimperialistas y neutralizar a sus
críticos democráticos. La Fundación Ford está bien ubicada para volver a jugar
su papel para contribuir una cobertura para la Nueva Guerra Fría Cultural.
1 Frances
Stonor Saunders "La Guerra Fría Cultural". La CIA en el mundo de las
artes y las letras. (The New Press: Nueva York 2000). Este libro es
el estudio definitivo sobre el papel de la CIA en la organización de frentes
culturales y la colaboración con fundaciones filantrópicas. Se basa en
entrevistas exclusivas y documentos recientemente desclasificados. Este ensayo
se inspira en ese estudio.
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