Señor Presidente de
S.E.R. Mons. Dr. José María Arancedo
Presente
c/c Sr. Nuncio Apostólico
Sres. Obispos de
Buenos Aires, Noviembre 21 de 2012
Nos dirigimos respetuosamente a VE.
y por su intermedio a los Sres. Obispos integrantes de la Conferencia Episcopal
Argentina, con motivo de la declaración emitida el 9 de noviembre pasado, así
como la posterior declaración pública efectuada por el Sr. Obispo de
Gualeguaychú, Monseñor Jorge Lozano, en la que explicó que varios sacerdotes,
religiosos y laicos –que no individualiza- se habían quejado ante los Obispos
por ciertas afirmaciones hechas por el ex Presidente de la República , General Jorge
Rafael Videla, lo que motivó que la
Asamblea dialogara sobre aquellos años y emitiera la aludida
declaración.
Con todo el respeto que debemos a
cada uno de los Obispos y al conjunto de ellos reunidos en la Asamblea , queremos aquí
resaltar que nada se dice – ni en la declaración episcopal ni en la explicación
del Sr. Obispo Monseñor Lozano – sobre la trágica situación por la que pasan
hoy los oficiales y suboficiales de las fuerzas armadas y de seguridad, civiles
y sacerdotes, detenidos en distintas cárceles como consecuencia de la
persecución vengativa que se ha desatado en el país en estos últimos años.
Se trata de presos políticos, pues
su encarcelamiento obedece a una decisión política, que para ejecutarse se han
conculcado todos los principios elementales del derecho. Para estos presos no
rige la legalidad ni las normas básicas del debido proceso. Sufren largos
procesos sin sentencia. Los juicios son verdaderas parodias y las sentencias
están dictadas de antemano. Los jueces los someten a tormentos, sin respetar el
mínimo tratamiento humanitario al que es merecedor el más desgraciado de los
delincuentes.
Nada han dicho los señores Obispos
sobre la crueldad con que todos estos hombres, en su gran mayoría entre sesenta
y cinco y mayores de ochenta años, quienes por su edad o enfermedades, al
menos, deberían estar en prisión domiciliaria, encerrados en cárceles comunes,
por orden de jueces corruptos, sometidos a un régimen dominado por ideólogos
que en los años setenta participaban o impulsaban la subversión marxista.
Nada han dicho los señores Obispos
acerca de los 180 muertos en cautiverio, que ya ha cobrado esta política de
odio y venganza, denominada cáusticamente de “Derechos Humanos”, que nada menos
que el Presidente de la
Suprema Corte Dr. Ricardo Lorenzetti, calificó de “política
de estado” y afirmó que “no puede haber ley ni perdón para aquellos que
cometieron delitos de “lesa humanidad”.
Nada han dicho los señores Obispos
acerca de que esta persecución ideológica llevada a cabo desde los estrados
judiciales comporta la destrucción de la Justicia Argentina ,
carente hoy de independencia y de ánimo justiciero.
Urge y así rogamos a los señores
Obispos, que frente a la degradación, violencia, división y odio alentada por
los impulsores de estas persecuciones, hagan oír su voz llamando a la concordia
entre los argentinos, premisa indispensable para alcanzar la plena vigencia del
estado de derecho. En este orden deben ejercer su insustituible autoridad
moral, iluminando a la sociedad argentina con la doctrina de la justicia y el
perdón que brotan del Evangelio. Con todo respeto y humildad pedimos a nuestros
Obispos que, en esta hora tan grave de la República , no guarden silencio del cual deban
disculparse en el futuro.
Mariano Gradin
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Alberto Solanet
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Secretario
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Presidente
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