Ese día, el edificio se sacudió como una víbora sobre sus anillos. Un viento sopló sobre los oídos de los presentes. La bomba se escuchó a muchas cuadras de distancia pero para los que estaban allí, el sonido fue un murmullo de viento. Cuando los decibeles son demasiado elevados, el oído humano no los registra. Después del viento, el silencio. Después del silencio, los gritos desgarradores de las víctimas del atentado al comedor de Coordinación Federal.
En nombre de un mundo mejor, cien personas fueron brutalizadas. Cuarenta años de la bomba que atacó a personas simples, empleados que habían ido a almorzar para seguir trabajando. Personas que no tenían en su poder las grandes decisiones del país.
11,30 hs. misa en la Catedral por la memoria de los muertos y de los vivos que todavía no pueden contar abiertamente lo que les pasó.
A unos y otros no los olvidamos.
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