domingo, noviembre 06, 2016

SONATA PARA UN HOMBRE BUENO.

(Un crimen de humanidad)
Por Andrea Palomas Alarcón.


En la película “La vida de los otros” una melodía compuesta por Beethoven fue interpretada por el protagonista al saber que un amigo suyo se había suicidado porque no podía aguantar la presión del socialismo alemán. Aseguraba que la armonía de esta sonata podía transmitir bondad  hasta en los más gélidos agentes del régimen. 
Deberíamos tocar esa melodía todas las mañanas en nuestro país porque le falta bondad, le falta decencia. 
Hoy, en el diario fundado con los dineros del terrorista Enrique Gorriarán Merlo: Pagina 12, se acusa a un funcionario del gobierno de realizar gestiones humanitarias. 
Al Dr. Gustavo Gettar lo acusan de humano. 
Los que lo acusan del crimen de “humanidad” transparentan indisimuladamente su interés en que los presos políticos de argentina mueran por falta de atención médica. Que se mueran sin justicia ya lo conocemos pero la inhumanidad de pretender que se mueran si atención médica debería darle vergüenza hasta a quien escribió la nota. Tal vez por eso lo hizo en forma anónima. 
Transparenta también la inutilidad de la burocracia derechohumanista de nuestro país que sólo sirve para odiar, acusar, escrachar, denunciar. Nunca salvar vidas. 
Ningún grupo “derechohumanista” se interesó por casos aberrantes como los de Molina, el comisario Becerra, el Grl Saint Jean , el comisario Alais, el Cap. Scheller, etc. Estos y muchos casos infames que hemos denunciado ante la Cruz Roja Nacional e Internacional, órgano igualmente inútil. Su representante en Argentina tenía tanto temor de ser relacionada con la ayuda humanitaria a los “represores” que se negó a que fuéramos a sus oficinas en Buenos Aires y sólo acepto reunirse con los representantes de Justicia y Concordia en el estudio de su presidente, Dr. Alberto Solanet. Sépanlo los que escriben en Página 12: Alexandra Manescu se reunió a escondidas con abogados de la Asociación Justicia y Concordia.  Otro tanto se puede decir de la ONU, la Secretaría de DDHH y ni hablar de los abiertamente politizados como las “Madres” y “Abuelas”; todos grupos burocráticos, inútiles y pomposos. 
La acusación es grave: ser un hombre bueno, ser un hombre decente. Cuando le pedí al Dr. Gettar que intervenga por el civil Miguel Angel Furci a éste ya le habían dado la unción de los enfermos  porque su caso era (y es) muy grave. Dos veces tuberculosis contraída en prisión, 60 ks. de peso, operado del corazón. Ahora tiene una obstrucción urinaria y frecuentes infecciones por una sonda colocada hace diez meses. Necesita una operación pero no lo operan, con la intención evidente de que se muera de inhumanidad. La gestión de Gettar logró que lo lleven el día 14 al hospital para que ya se quede allí, hasta su operación. Es falso lo que dice el juez Grünberg cuando afirma que fue tratado de una infección que apareció “en las últimas semanas”, viene teniendo infecciones desde hace diez meses, recurrentes, debilitantes y nunca se había ordenado que vaya a un hospital hasta que intervino el funcionario del Ministerio.
El diario de Gorriarán Merlo justifica esta persecución en que Furci fue esto o aquello. Relatan sus antecedentes como una abierta justificación de la condena a muerte. Es cierto, Furci es civil, fue parte de la SIDE, de la SIDE de Stiusso para más datos. Una institución que como las otras, se desentiende de sus presos políticos. 
No voy a hacer una apología de su actuación en la SIDE porque no la conozco pero es una hipocresía que él esté preso y todos los políticos que le dieron órdenes, libres. Es una hipocresía mayor, que se utilicen sus antecedentes como justificativo para matarlo. 
Afirma el pasquín que una nota del Dr. Gettar fue filtrada por algún empleado molesto por tanto humanismo. No es cierto. Este tipo de operaciones surge de las pinchaduras de correos electrónicos que realizan grupos paraestatales. Por añadidura buscan generarle al funcionario resquemores entre sus empleados. 
 Si nunca le habíamos dado las gracias públicamente fue por evitar generarle un entredicho con su propio gobierno. Sabemos de la cobardía de la política. Alguna vez le advertimos que podía perder el trabajo y manifestó que no le importaba. 
Pues a mí sí me importa. 
Muchos de nosotros apoyamos a este gobierno, fuimos fiscales en zonas peligrosas como Avellaneda y La Matanza, zonas hostiles a Cambiemos y peleamos palmo a palmo cada voto. Todavía no asimilamos que le hayan pedido la renuncia a Carlos Manfroni por el delito de opinión y, por el contrario,  no le hayan pedido la renuncia al soldado traidor Hernán Invernizzi, entregador del Comando Sanidad en donde asesinaron al Cnel Duarte Hardoy. Invernizzi trabaja hace años para el gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. Tampoco asimilamos que las radios y canales estatales estén llenas de terroristas como Eduardo Anguita, Miriam Lewin, miembros de las FARC, las Madres de Plaza de Mayo, y un largo etcétera. 
Ahora veamos cómo actúa el gobierno de Cambiemos, esperemos que no se equivoquen otra vez. No los votamos para que sean hipócritas, cobardes o políticamente correctos. Los votamos para que vengan a cambiar la bancarrota moral en la que está el país. 
Desde estas humildes palabras deseo agradecerle al Dr. Gustavo Gettar. Deseo que se conozca que al menos hay UN hombre bueno en la función pública, un hombre al que no le importa poner su trabajo en peligro para salvar vidas. A diferencia de los jueces prevaricadores que le roban la libertad a la gente y la matan sólo por un 30% extra de sueldo, este funcionario se enfrentó a la inhumanidad del régimen heredado y salvó varias vidas. 

jueves, noviembre 03, 2016

CARTA ABIERTA A UNA SOCIEDAD INGENUA.

Por Andrea Palomas Alarcón

Pensé en contestarle a la Sra. Graciela Fernández Meijide su carta de hoy [1] en La Nación mediante una carta, mía, abierta pero después recordé que los  derechosos defensores de  “genocidas” somos básicamente ingenuos y me pregunté si le interesará verdaderamente mi opinión. 
Prefiero escribirle a una sociedad ingenua como yo, que ya empieza a entender que ha sido estafada  en su buena fe… una y otra vez.
Le digo a esa sociedad, por si no lo sabe, que Pablo Fernández Meijide no era un joven “guevarista” como su madre lo presenta, volcando sus propias preferencias políticas, tal vez, como esos padres que vuelcan en sus hijos la frustración de una carrera trunca. “Pablito”, como lo llama  en los reportajes,  era montonero “uno de sus mejores cuadros” [2]dicen sus camaradas y se preguntan frecuentemente porque  Graciela lo niega y lo oculta. Se lo preguntan con desdén y reproche.
Pablito era montonero y según su madre, desapareció de su hogar una madrugada del ´77 mientras dormía apaciblemente. Una “patota” de monstruos entró a su casa por la fuerza y se lo llevó.
Pablito tenía a otros amigos durmiendo en su cuarto, en bolsas de dormir y colchones; a ninguno de ellos se lo llevaron y, ni siquiera, los demoraron para averiguar sus antecedentes pero ya sabemos que los monstruos son torpes y no pensaron que si Pablito era montonero, sus amigos podrían estar vinculados a la “orga”.
Sorprendentemente tampoco despertaron a sus hermanos, un varón y una mujer, que dormían en cuartos cercanos y no oyeron ni vieron nada. Ya sabemos que los monstruos son torpes y no pensaron que si entraban a la casa de un montonero, sus cómplices podrían atacarlos por sorpresa. No revisaron la casa ni reunieron a la familia en un mismo lugar, para tenerlos a la vista, bajo control.
¿Por qué nos vamos a sorprender? ¿Acaso alguna vez se investigó algo respecto de los “desaparecidos”?  La CONADEP era un gran escritorio y un gran libro en donde se anotaban denuncias. Nada más.
 Se dice con benevolencia que los desaparecidos no son treinta mil, que son nueve mil. Y yo agrego con menos benevolencia: los “desaparecidos” no son nueve mil; nueve mil son las denuncias. El Estado argentino jamás investigó nada. Las denuncias se tomaban y se toman como verdades reveladas. Incuestionables.  
Pero lo que más me indigna es que a casi 40 años de esos hechos, fracasada  la operación  “pedido de perdón”,  la madre de Pablo reclame en una carta conocer la verdad de lo que sucedió con él. Y se lo reclame a los militares y policías presos a los que nadie les reconoce derecho alguno, ni a la verdad, ni a la justicia.
Dice Fernández Meijide en su carta que es “en aras de la verdad”.
Y yo le preguntaría que si tiene tanto interés en la “verdad” y no en el “juicio y castigo” con el que nos han torpedeado la cabeza a varias generaciones,¿ por qué no se presentó en los “Juicios por la verdad” de los noventas?
 En el año 1999, ante la clausura de las causas penales por las leyes de obediencia debida y punto final, los que pretenden mantener abiertas las heridas de la guerra  realizaron una presentación  ante la CIDH con el patrocinio del CELS. Consiguieron una “solución amistosa” en la que el Estado argentino se comprometía a garantizar el “derecho a la verdad”.
Fue así que se desarrollaron unas representaciones teatrales (más grotescas que las actuales) en donde el Estado interrogaba  con la promesa de no sancionar.
Muchos ingenuos se presentaron a esas representaciones artísticas y pensaron que si aportaran lo poco o mucho que sabían, esos deudos llorosos encontrarían la paz. Pensaron contribuir a cerrar las heridas.  Heridas que a esta altura, debemos entender que no cerrarán jamás, porque son una estrategia de financiación política y dominación social.
El “acuerdo amistoso” impedía que la información recogida en los “Juicios por la Verdad” se utilizara para sancionar. La CIDH estuvo muy conforme con este acuerdo, nunca dijo que hubiera una costumbre internacional de sancionar, ni una responsabilidad internacional,  ni nada parecido.  Sin embargo las declaraciones de los ingenuos, que fueron buenamente a colaborar,  hoy se las toman en su contra en los fraudulentos juicios penales de “lesa humanidad”.
Qué raro que la Sra. Fernández Meijide no se haya presentado a averiguar qué fue de Pablito en aquellos  juicios.
Qué raro que se presente ahora, cuando el “pedido de perdón” que le propuso a sus enemigos como condición para hablar de la concordia, naufragó miserablemente.
Cuando nos presentan a la Sra. Fernández Meijide como un paladín de la ecuanimidad y los Derechos Humanos me recuerda a la diferenciación que se hacía hasta hace poco entre Carlotto y Bonafini. A una se la presentaba como a una dama y a la otra como una desaforada. Hoy, todos sabemos quiénes son.
Hace tiempo perdí mi ingenuidad respecto de la Sra. Fernández Meijide. Tenía mis reparos con esta persona pero me terminé de convencer cuando mi amiga Eneida, la esposa de un militar preso político, enfermo de mal de Parkinson, se le acercó durante el receso en una de estas charlas por la concordia nacional.  Le agradeció emocionada que formara parte de estos encuentros y le contó el caso de su marido al que, en estos días, vuelven a juzgar, llevándolo y trayéndolo hasta muy altas horas de la noche y la madrugada.
Fernández Meijide, abandonando el tono edulcorado que observaba durante la charla le contestó secamente “yo trabajé 40 años para que los militares vayan presos, ahora ustedes trabajen para liberarlos… si pueden”.




[1] Carta de lectores diario La Nación 03/11/16 “Un debate de todos” Graciela Fernández Meijide.




[2] “Montoneros, Soldados de Menem. ¿Soldados de Duhalde? Viviana Gorbato pág. 79