LA INERCIA.

Con sus pobres argumentos sucios, corrompidos, con sus medias lenguas,   pretenden mantener vivo un esplendor de tiempos pasados, que fueron mejores pero que se van sin que puedan evitarlo…como una oleada de mar siempre volviendo pero a cada golpe de flujo abarcando una superficie menor. 

Sus clichés, sus eslóganes, sus estribillos de pensamiento autómata son uñas y dientes con los que se aferran a un lugar que se  escapa. Apelan a todo: a las amenazas, anémicos chantajes de caer en “irresponsabilidad” internacional o “responsabilidad” que es lo mismo; que no es “optativo” que es “obligatorio” pero tienen que gritarlo para que nos demos cuenta porque no nos parece tan obvio. Apelan al chauvinismo patriotero “Los juicios que son un orgullo ante el mundo” y sólo nos da vergüenza la Justicia de Banana Republic. Apelan a la chicana: “impunidad biológica”, morir de prisión, de Derechos Humanos, ejecutados en nombre de los Derechos Humanos con prisiones preventivas eternas, sin condena. A morir de prisión lo llaman impunidad que es lo mismo que decir morir a lo bestia, morir de brutalidad, de hipocresía, morir de parásitos que se han llenado los bolsillos de sangre.

Fueron a buscar dinero: “platita…platita”, que en su mueca cínica llaman “Derechos Humanos”. Como una misa negra se reunieron en el 4to piso de un edificio señorial, Art Deco, lleno de gárgolas y estatuas como el Dakota Building que vio nacer al bebé de Rosemary. 

“Platita…Platita” que llaman “Derechos Humanos” porque los parásitos no pueden mostrarse tal cual son.

Pero ya están expuestos ante la opinión pública que bautizó a la criatura “el negocio de los Derechos Humanos”. Igual  siguen con sus misas negras en el Dakota Building por la inercia de los argentinos que los miran con asco y hasta con hastío pero no atinan a reaccionar.