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¿Quién le teme a la anarquía?
Todos los actores de la vida nacional están afectados de lo mismo. Algunos callan, como la mayoría de los políticos, y hasta los oficialistas o responsables saben con precisión que la ausencia de un liderazgo genuino invalida los esfuerzos. Los callejones sin salida se multiplican y, si bien el tema económico tiende a imponer su angustia, ingresan con fuerza los ideologismos, que se convierten en resentimiento y afectan la convivencia. Es cuando nacen los rumores, las versiones más contradictorias, la negación de lo evidente o la transfiguración de las apariencias que tejen y destejen la tranquilidad pública y personal. Así y ya descendiendo a lo que sucede diariamente a veces de manera estrafalaria, una simple enfermedad del primogénito presidencial se transforma en un suceso de intensidad variable y asombrosa. Nacen las preguntas que intentan razonar sobre los motivos reales que llevaron a su madre, la presidente de la ex República Argentina, a dar la orden de remontar vuelo nuevamente en el avión presidencial que había llegado al Aeroparque después de un largo viaje. ¿Una rodilla afectada por la artritis podía justificar la medida? Como la respuesta fue y es negativa, el diagnóstico rápidamente se transformó en una úlcera o un sorpresivo problema gástrico para luego volver a lo primero o una clásica afectación en la nariz. Esto llevó a los observadores a sacar cuentas del costo de esta operación, bajo el impulso de la crisis económica y social que progresa por momentos. La indignación subió unos cuantos grados pero por el momento no va más allá de las explicaciones por la disminución de las cacerolas que adquirieron el valor de la incredulidad política.
Entonces aumentan las preguntas y trascendidos. ¿Es verdad que Máximo sufrió un balazo en la pierna? Los analistas lo marcan como posible dadas las disidencias que sumadas a la alteración de las costumbres y del alcohol, lentamente afloran dentro de La Cámpora. Como siempre y sobre todo cuando las crisis son vulnerables a los malos ejemplos, aparece la cuestión económica. Por ejemplo, los millones y millones de pesos que el jefe y legislador camporista (¿o cristinista?) José María Ottavis Arias atesora en los bancos Patagonia, Corrientes y Francés, o el manejo de la sociedad anónima que comparte con una ex pareja y que dio como domicilio una muy modesta casa en la localidad de Berazategui. Todos comienzan a mirarse de reojo entre sí, a comparar lo que el gobierno les paga por dar sus nombres o viajar al interior del país para abrir locales y reclutar simpatías. La tarea se despliega gracias a dádivas menores que se convierten en importantes frente al desempleo, pero los subsidios pierden progresivamente su importancia relativa mientras crece la posibilidad de que sean suprimidos totalmente. El mal humor cunde al ritmo de las dudas.
Parte de los economistas más reconocidos -pro o contra gobierno, ya no importa- contradicen públicamente, unos más, otros menos, el pesimismo que trasmiten en privado y aceptan las inquietantes noticias que se hablan en las embajadas o en las reuniones sociales. Apabullan los datos indicativos de que jovencitos de La Cámpora visitan a determinados presos por delitos comunes prometiéndoles la posible libertad siempre y cuando la conquisten colaborando con el gobierno “cuando llegue el momento en que se los solicite”, barbaridad que afecta el ánimo de los guardiacárceles y empuja a estos conspiradores oficialistas a encerrarse más aún en el secreto con que se mueven. En el interior, productores, trabajadores de distintas categorías, consumidores o preocupados dependientes de un salario que se agota, comienzan a entender por qué se silencian a rajatabla los éxitos de los pronunciamientos de la gente de campo que, empujada por este ocultamiento, se aviene a conversar con otros sectores para sumarse en un frente común. ¿Por qué únicamente el nuestro y otros medios electrónicos fueron los únicos en publicar que una concentración de un mil cien (1.100) tractores acompañados de camionetas y gente de a caballo se concentraron días atrás en la localidad de Guerrico…? Hasta el gobernador de la vecina Río Negro se acercó a la reunión para intentar una muestra de optimismo que de buenas maneras nadie le creyó. La cuestión tiende a acelerarse y apura las conversaciones intersectoriales aún indefinidas. Como siempre ha sucedido, la cuestión fiscal es el telón de fondo de los grandes acontecimientos políticos.
El gobierno tiende a desgranarse cada vez más rápido. Santiago Cámpora, el joven nieto de Héctor J. Cámpora, concejal de la localidad bonaerense de San Andrés de Giles -donde su abuelo desplegaba su condición de estanciero- resolvió sumarse a la agrupación Juan Domingo que, como sabe, responde al gobernador Daniel Scioli y se opone abiertamente a La Cámpora. El suceso es emblemático y naturalmente tiene su miga. Hace pocos días, el jefe piquetero Luis D’Elía mantuvo vivas diferencias con un ciudadano. El debate se prolongó en el tiempo hasta que las diferencias se acortaron y nació una buena relación. Ambos iban a anunciar ese acuerdo pero D’Elía debió renunciar a un anuncio conjunto “por órdenes superiores”. Obviamente, primó el pensamiento “amigo-enemigo” como dinámico estilo político que se agudiza a medida que se ahondan los problemas.
Esto sucede a la par del ahondamiento de las preguntas que carecen de respuesta y la convicción de que las mentiras se extienden junto con la corrupción. De Vido quiere renunciar y no lo dejan y en tanto la internación de Máximo abre más conjeturas, como ocurre cuando se miente u ocultan los motivos. Así, se especula con un eventual balazo en la rodilla de Máximo que yace entre las sábanas de un hospital de máxima complejidad y la gente se pregunta si fue a raíz de un arma que manipulaba o por otra cosa. ¿Accidente, intereses o desencuentros políticos…? La falta de claridad coloca a la credibilidad en una encrucijada.
Entre tanto, desde las filas de las Fuerzas de Seguridad abundan las anécdotas sobre el desencuentro a que es llevada la Gendarmería Nacional con las distintas Policías, especialmente la Federal y la Bonaerense. De guardiana de las fronteras, la Gendarmería Nacional es llevada a levantar infracciones de tránsito en las rutas y el narcotráfico pasa libremente por el colador en que se transformaron los desguarnecidos límites del país. Los más responsables siguen con especial atención el problema que incluso genera disconformidad entre la Fuerza. Sus dos principales centros de conducción operativa, ubicados en Campo de Mayo y Rosario, reflejan en parte y con sutileza esta situación que ofrece otros dos lugares parecidos. En General Acha (¿o habrá que decir Acha simplemente?) lleva su presencia a La Pampa y esto despierta comentarios allí y en otras partes. Obviamente, las Fuerzas Armadas no son consideradas frente a un panorama cargado de alarma apenas escondida, sobre todo cuando dentro de estas últimas se repite que no intervendrán “de ninguna manera” ante los desbordes que podrían suceder antes de que lleguen los ingresos de la próxima cosecha. El campo, siempre presente en el escenario, medita sobre los pasos a seguir.
Carlos Manuel Acuña