Concomitante con el retiro del busto del comisario Villar que se encontraba en el patio de honor del Departamento Central de Policía, han sido cambiados los nombres de tres escuelas de la Policía Federal.
Acusados de “represores de Estado”, fueron archivados en el arcón del ultraje kirchnerista los nombres de Ramón L. Falcón, Alberto Villar y Cesáreo Cardozo.
Se necesita una gran cuota de cinismo para trocar en victimarias a víctimas del terrorismo y es que existe un verdadero hilo conductor del enojo oficial hacia el homenaje a Falcón, Villar y Cardozo: los tres fueron asesinados por bombas terroristas.
Si en algo nunca nos faltó el kirchnerato, es en prodigarnos su cinismo a prueba de balas.
Los Jefes asesinados son víctimas que molestan porque prueban que los “jóvenes idealistas”, no hacían la revolución con una margarita en la mano.
Ramón Lorenzo Falcón
Hizo la carrera militar retirándose con el grado de Coronel y luego fue diputado nacional. A diferencia de la actual Ministro de Seguridad Nilda Garré, Falcón, nunca tuvo un cargo en un gobierno de facto.
Fue nombrado Jefe de Policía por el Presidente Constitucional Figueroa Alcorta.
Se lo conoció como un Jefe de Policía duro, todo un represor, en los tiempos en que ésa no era una mala palabra. Actuaba para un gobierno democrático surgido de las urnas y no tenía complejo de culpa al hacer cumplir la ley.
Cuando volvía del sepelio de otro policía, fue asesinado por la bomba de un anarquista recién llegado de Rusia.
Los anarquistas de esa época pusieron varias bombas además de la que mató a Falcón, una de ellas en el Teatro Colón, con la sala llena de gente.
La bomba contra Falcón no fue un incidente aislado, ni particularmente contra él como se lo quiso hacer parecer. Era una bomba contra el “sistema”.
Luego de su asesinato, la escuela de Cadetes de la Policía Federal fue bautizada con su nombre, sencillamente porque él la había creado.
Alberto Villar.
El comisario general Alberto Villar fue egresado de la escuela de Cadetes Ramón L. Falcón. En el año 1973 pasó a retiro.
Cuenta una anécdota que el general Perón lo hizo llamar por considerarlo el mejor jefe policial. Pese a que se hallaba en retiro efectivo lo convocó a su casa de Gaspar Campos.
Villar asistió sin mucho entusiasmo y preparándose para rechazar el ofrecimiento dijo “General, usted sabe que yo no soy peronista...” Franqueza brutal.
El Presidente en ejercicio le respondió: “Usted sabe bien comisario que no lo convoco porque sea o no peronista, sino que lo convoco porque LA PATRIA LO NECESITA...”.
Perón fue el Presidente Constitucional que inició la lucha contra la subversión.
Villar fue asesinado por Montoneros. Los servicios de inteligencia de Montoneros, cuyos pilares eran Rodolfo Walsh y Horacio Verbitsky averiguaron que la nave del comisario Villar había entrado a reparaciones, en los astilleros “Astarsa”.
Fue designado un pelotón de cinco integrantes para perpetrar el atentado, entre ellos el buzo táctico Alfredo Nicoletti. Este sería el encargado de poner debajo de la embarcación de Villar una bomba sumergida que lo mató junto con su esposa.
Villar era la síntesis de la represión de las bandas armadas marxistas. Era profundamente odiado por los montoneros por haber clausurado el diario de propaganda montonera “Noticias” dirigido por Miguel “Cogote” Bonasso y haberles enviado un desafío propio del que sabe que tiene los días contados “ellos tienen un cajón para mí pero yo tengo varios para ellos”.
Cesáreo Angel Cardozo.
Era General de Brigada. En plena lucha antisubversiva fue nombrado Jefe de Policía.
Considerado el tercer hombre en importancia en la lucha antisubversiva, fue asesinado el 18 de junio de 1976 por una compañera de estudios de su hija.
Dos meses después del crimen, la ejecutora Ana María González, otorgó una estrafalaria nota a la revista española “Cambio 16”, en la que contó detalles de su “hazaña”.
Vestida con un anorak rojo y una pistola en la cintura, relató cómo se acercó a la hija de Cardozo, compañera del Instituto Lenguas Vivas. Pese a sus diferencias políticas, ganó la amistad de la joven confesándole la tristeza que le provocaba la separación de sus padres.
Conmovidos, los Cardozo le abrieron las puertas de su hogar.
González integraba “Montoneros” y éstos le dieron instrucciones de ingresar al domicilio del Jefe de policía y dejar una bomba debajo de su cama. La bomba lo mató de inmediato y dejó malherida a su esposa.
Cinco meses después de la nota en la revista española, un auto en el que iba González y dos hombres pasó a alta velocidad por un control de tránsito junto a la fábrica Chrysler. Disparando a los efectivos policiales mataron a un soldado conscripto que hacía el servicio en la policía.
Los agentes repelieron la agresión hiriendo a González quien se desangró, abandonada por sus compañeros en uno de sus escondites. Ellos pudieron haberla abandonado cerca de un hospital pero, evidentemente, valía más muerta que prisionera. La gratitud montonera.
El cadáver de Ana María González fue cremado por sus compañeros y enterrado en un lugar desconocido.
En los listados de www.desaparecidos.org figuran los familiares de Ana María González cobrando una indemnización de 224.000 dólares con el número de causa 5648.
Juan Angel Pirker.
Por resolución 167 del Ministerio de Seguridad, la escuela de Cadetes creada por Ramón L. Falcón, pasará a llamarse Juan Angel Pirker.
La cartera gubernamental declara que Pirker “fue destacado jefe policial de la democracia entre 1986 hasta su fallecimiento en 1989. Pirker fue un firme batallador de la integración de la institución con la sociedad, con el respeto a los derechos humanos como estandarte de su gestión...”.
Lejos de mi ánimo está la intención de quitar méritos al Jefe Pirker, que fue un hombre decente y un gran policía pero Pirker no nació en 1986.
Pirker hizo su carrera policial durante todo el gobierno militar que tanto odio despierta en este gobierno.
Varios de los subalternos directos de Pirker, policías de la Federal, se encuentran presos por delitos de lesa humanidad en Devoto, Marcos Paz, y en varias provincias argentinas. Han sido condenados en parodias de juicios populares, en los que los testigos falsos increpan a los acusados ante la vista y paciencia de los jueces prevaricadores. Juicios en los que los policías de Pirker están condenados de antemano, con testimonios fantásticos, defensores amenazados, querellantes subsidiados por el gobierno, público rentado (se pagan $100 por día de juicio), leyes y constitución pisoteadas y substituidas por la doctrina del linchamiento.
Decir que Pirker es un defensor de los derechos humanos y condenar a sus subordinados por violaciones a los mismos es tan absurdo como los juicios que los retienen presos. Desconoce la Ministro la cadena de mandos?
Estaremos entrando en una dimensión desconocida en la que el kirchnerismo admita la inocencia de los condenados por delitos de “lesa humanidad”, enalteciendo a sus Jefes?
El General Balza fue premiado con una embajada. El General Bendini fue nombrado Jefe del Estado Mayor del Ejército.
Por qué no?
Policías Federales
Podrá decirse que los tres Jefes policiales impugnados eran "represores"; podrá justificarse ideológicamente la decisión de ofender su memoria en virtud del cargo que ocuparon pero no existe justificativo posible para haber retirado las placas de las comisarías porteñas; las que recordaban a los policías comunes caídos en el cumplimiento del deber.
Policías asesinados sólo por estar parados en una vereda, por llevar el uniforme azul, para quitarles el arma y para ascender en la "orga".
No existe justificativo, al menos, que sea confesable.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario