RECORDANDO A GIMI

Hoy tuve el privilegio de conocer a varios integrantes de la familia Cabrera Rojo. En realidad a alguno ya lo conocía (David), de ir a los actos en los que se recuerdan a las víctimas del terrorismo pero no sabía que era hermano de Guillermina. 

En el cementerio de la Recoleta sus hermanos le hicieron un homenaje muy lindo y Paulo, un hermano que no la llegó a conocer, contó todo lo que tuvo que sufrir su familia. Quedé anonadada. 

Me precio de conocer la historia y la mayoría de los casos emblemáticos pero no sabía del ensañamiento que el terrorismo tuvo hacia esta familia. Ensañamiento insensato, un mayor del Ejército con hijos chicos, ningún jefe encumbrado ni nada. 

Les pusieron una bomba que les demolió la casa. Una casa de dos pisos se les vino abajo, encima, aprisionándolos. 

De todas sus pertenencias sólo se salvó una pequeña mesita que salvó la vida de una de sus hermanas. Luego de perder todo, a Guillermina, sus cosas, sus recuerdos, sus fotos, su casa fueron perseguidos por los mismos terroristas que los habían atacado. Tuvieron que irse del país, dos veces. 
Me alegra haber podido ir, la ceremonia fue pintoresca, con unos chicos vestidos como soldados de época del escuadrón de caballería. Pero más me alegra haber conocido a una familia de bien, que nunca le hizo daño a nadie, que pese a que sufrieron tanto nunca buscaron venganza. 
Lo que veo es que ahora, luego de tanta persecución absurda, están cansados de callar y ya no están dispuestos al silencio. Esta semana volvieron algunas llamadas raras (intimidatorias?) pero les ganó la indignación y el amor a Gimi. 

Entre todas estas emociones encontradas entendí que los terroristas odian más a sus víctimas que a sus victimarios. ¿Por qué será? ¿Será porque las víctimas son más poderosas?¿será que tienen el poder de mostrarlos a la sociedad tal como son? ¿Será que tienen el poder para destruirlos definitivamente? 

Gracias familia Cabrera Rojo por no callar.